Los test positivos a granel en River el sábado generaron una nueva prueba de fuego para el equipo de Marcelo Gallardo. Y, a su vez, le metió aún más presión a un Boca de Miguel Russo que le cuesta demasiado salir airoso de estas complicaciones. El superclásico en la Bombonera de ayer dejó expuesto una vez más el inmenso carácter de uno (River) y la falta de audacia y también jerarquía de Boca. La imagen posdefinición por penales, ya con el xeneize clasificado, marcan mucho más que un tibio festejo por eliminar al clásico rival, algo que no pasó en los últimos cinco mano a mano contra el Millonario. Fue un desahogo, ante todo.

Si bien River contó en cancha de entrada con un equipo de mayor promedio de edad que los "primos" (27 años contra 26), la mayor virtud de Gallardo y compañía fue desactivar el factor coronavirus. Incluso, debió lidiar con un gol de Tevez antes del cuarto de hora que podría haber sido como un trompazo de Mike Tyson en su mejor momento de boxeador. Lejos de ello, lo tomó como otro desafío más para tratar de sacar adelante el partido. Es más, tuvo una floja actuación de uno de sus jugadores insignia como Enzo Pérez y entonces debió apelar a la experiencia de Leonardo Ponzio, el despliegue de Julián Álvarez y la prestancia de David Martínez. Todo ello sumado a las cualidades que todos conocimos ayer de su "arquerito", Leo Díaz. El pibe lo sostuvo cuando se tambaleó en algún momento con los embates del xeneize y tras el empate, pareció que River era el que más ambición tenía en una Bombonera vacía.

Los superclásicos 2021 fueron empates en los 90" y todos en la Bombonera: un par 1-1 y un 2-2.

Pero como suele ocurrir en infinidad de ocasiones en el fútbol, fue su emblema (Ponzio) el que marró el penal decisivo, aunque ello no tapa una nueva muestra de carácter y rebeldía de todo River. No en vano es un proceso bajo Gallardo que suma ya más de media docena de años, algo fuera de contexto en los tiempos actuales del fútbol.

Actitud. En River, el mérito parece estar en potenciar las debilidades y con eso, estuvo a punto de amargar a Boca una vez más.

Boca, por su lado, dejó pasar otra posibilidad para demostrar que aprendió la lección de las series perdidas contra el clásico rival, que le costaron en parte el cargo a los antecesores de Miguel Russo. Con el actual DT es cierto que por primera vez deja en el camino a River, pero no es menor que la forma impactó mucho. "Nos sacamos un peso de encima", reflexionó Tevez, con sabiduría. Es que el Apache, igual que Russo, tienen en claro que su equipo ayer hizo eso justamente: empezó a torcer la estadística, pero no mucho más. Boca tuvo el marcador y el semblante a favor para liquidar la llave contra River mucho antes de los penales. No lo hizo por falta de audacia y eso le generó el miedo a no ganar un partido donde era claro favorito tras las bajas en la Banda. Ni hablar tras el empate de Álvarez, que dejó paralizado al equipo local y prefirió dejar su suerte librada a los penales. Fue en esa instancia donde Rossi se reivindicó tapando dos penales y Buffarini, como hizo en la definición ante Banfield en la Copa Maradona, liquidó la historia. Algo para nada menor teniendo en cuenta los antecedentes recientes, aunque la sensación global sea muy diferente.