"Aguante corazón aguante". La frase dicha por un reconocido relator de fútbol y adoptada por todo el mundo futbolero para graficar las sensaciones que despierta la Selección argentina en cada uno de los encuentros, sirven para plasmar la clasificación de la Albiceleste a Cuartos del final del Mundial de Qatar. Argentina venció a Australia con un resultado corto que tuvo por momentos a todo un país en vilo que vivió los 7 interminables minutos de adición del árbitro polaco, con el corazón en la mano.

Ese corazón, valga la redundancia, demostró estar en las mejores condiciones, al menos así lo plasmó el plantel Albiceleste. Actitud. Garra. Una entrega descomunal de todos, incluso cuando las cosas no salían como Scaloni las tenía pensadas. Es que Australia no fue un equipo fácil. Arrancó defendiendose de mitad de cancha hacia atrás y le dejó todo el dominio a los argentinos. Y sí, Argentina dominó como quiso, tocó, ejecutó pases precisos pero claro, ante un esquema cerradísimo como el que propuso Australia y como vienen demostrando las mayorías de los equipos en este Mundial. 

Casi que no había llegado al área rival Argentina hasta que comenzó aparecer ese plus que siempre se necesita. Vino el zurdazo tremendo de Lionel que tranquilizó los ánimos en el seleccionado y en esos 10 minutos que quedaron del primer tiempo, los argentinos se animaron a ir por más. Enzo Fernández fue otra vez el alma del mediocampo, Rodrigo De Paul, que sigue sin demostrar el juego futbolístico que siempre lo caracterizó, esta vez compensó cada crítica en cada corrida y sin entregarse nunca, volviendo a ser el motorcito del equipo. Marcos Acuña también hizo un desgaste enorme y ni hablar de la dupla de centrales que conforman los "muros", como son Cuti Romero y Nicolás Otamendi. Tampoco se le puede recriminar nada -y mucho menos después del gol- a la entrega del intratable Julián Alvarez, que se las ingenió para intentar provocar algo entre la marca de los gigantes centrales australianos. Para el "Dibu" Martínez, marche un monumento. El arquero tuvo "la" atajada del Mundial en ese minuto final. Era gol de Australia y con eso el empate hubiese calado profundo en el ánimo del plantel argentino, pero el Dibu lo evitó y todo Argentina lo gritó como un gol. 

Hoy fue el partido donde la Selección reflejó y plasmó su compromiso al 100% del objetivo mayor. Hoy fue ese partido que mientras más se sufre más se disfruta. Sí, hoy se sufrió y se festejó. El corazón parece estar en condiciones pero para que siga latiendo de la misma manera habrá que volver a exigirlo el viernes próximo, ante un rival que le jugará de la misma manera que lo hicieron los cuatro rivales anteriores.

Es que Países Bajos se presenta como un rival duro, mucho más duro que Australia. La selección de Van Gaal que ganó el Grupo A y luego dejó en el camino a Estados Unidos (3-1) se muestra en su carta de presentación como un equipo ordenado, que sabe a lo que juega, que no tiene vergüenza de esperar con casi todo sus jugadores para después salir de contra (así le ganó a los estadounidenses).

Serán seis días para seguir fortaleciendo el corazón. Pasó el pre-exámen y pareciera que todavía restan varios finales en Qatar. Claro, con la entrega de la Selección más que nunca está permitido soñar. Aguante corazón aguante.