37 años puede ser una vida completa. En 37 años, todo puede pasar y en la vida del profesor Héctor Riveros, en 37 años pasó de todo. Es que el Gato, como todos los conocen en el ambiente del fútbol y del futsal de San Juan, volvió del retiro, después de la jubilación como docente, para ser campeón con Barrio Escobar, metiendo al humilde club de Rawson en la Primera A de la Liga Sanjuanina cuando ya lo suyo eran anécdotas y vivencias. Volvió para enseñar. Volvió para sentir como nunca que el premio mayor no pasa por los títulos, sino por la relación con sus dirigidos.

Y claro, la historia tiene sus años y lo pusieron en ese pedestal bien ganado de ser el Padre del Futsal en la provincia. Es que el 1988, cuando aún Héctor era jugador de Atlético Alianza, en su querido Barrio Kennedy comenzó todo. Guillermo Quevedo Mendoza era el director de Deportes de la provincia en ese entonces y decidieron traer el futbol de salón, como se lo conocía en ese momento, a San Juan. Le pidió a Riveros, colega docente, que armara un equipo para presentar el deporte en San Juan. Se hizo un partido Presentación, contra Regatas de Mendoza y quedó la semilla sembrada. Riveros se contactó con un entrenador mendocino que había estado en Canadá y tuvo la chance de que le brindó todo y le entregó material para aprender. Así, nació el famoso equipo del Kennedy que marcó una época a principios de los 90 con jugadores del futbol 11 como Mario Barrios, de San Martín por ejemplo. Ese equipo se cansó de ganar y fue protagonista de duelos históricos y de finales apasionantes contra Concepción PC y contra Colón Junior, que con todos los hermanos Guevara en ese momento, eran los grandes rivales.
En 1989 llegó a San Juan la selección argentina de fútbol de salón en la preparación para ir al Mundial y Riveros ya se metió decididamente en el ambiente. Jorge Guevaera fue el sanjuanino que se integró a ese seleccionado y el Gato, fue el coordinador de todo el movimiento del equipo de Alfonzo en San Juan. Al año siguiente, a Riveros le dieron el mando de la primera selección sanjuanina y se inició un ciclo tremendo que lo llevó a los Nacionales con el Kennedy a Caleta Olivia, en un viaje inolvidable en ese viejo Mercedes Benz 1114, de Deportes.

‘Fue una locura ese Nacional de Clubes. Fuimos en el viejo colectivo de Deportes, sin aire, sin butacas reclinables. Así nomás. Eterno. Llevabamos cajas de huevos cocidos, pollo frito y gracias a que Rivarossa, de la avícola, era el presidente del fútbol de salón. Fue largo y cansador ese viaje y en una parte de la ruta, todos veníamos muertos del calor. El chofer se paró en una lagunita al costado de la ruta y todos los jugadores se metieron al agua que se hizo barro después. Recién en una estación de servicio pudieron ducharse bien. En Caleta Olivia dormimos en el gimnasio donde a las seis de la mañana entrenaba Locomotora Castro. Jugamos, llegamos a semifinales y supimos que había material para más’. recordó el Gato en una de las mil anécdotas de viajes y torneos.
El Barrio Kennedy fue la cuna de esta pasión para Riveros. Con los colores del viejo equipo de su papá en Santa Lucía, logró todo, instaló el deporte y se convenció que era su lugar en el mundo del deporte.
Asi comose disparó el furor con el Kennedy y el futsal, San Juan luego lo dejó de lado. Se fue perdiendo interés, desaparecieron los equipos y recién en el 2010 se volvió a encender la llama y el Gato Riveros tenía que estar.

Llegó la propuesta de dirigir a Huarpes y comenzó la segunda parte de su rico historial. Con en Cacique las hizo todas. Se terminó de armar el técnico de futsal con todas las letras y tuvo en Herman Vega a un discipulo prometedor. Dirigió seleccionados, ganó con Huarpes, compitió a nivel nacional y claro, desde su posición empezó a darle su impronta a todos sus equipos. En paralelo, en el Instituto Superior de Educación Física hizo docencia en el más amplio sentido. Dirigiendo en los intertribus locales, regionales y nacionales y además, implementando el futsal como materia en la carrera.
Pero el fútbol 11 también tenía lo suyo en las ambiciones de Riveros. Histórico ascenso en el 2002 con Villa Obrera, hacedor del Desamparados que luego subiría en 2004, con un paso por San Martín que se quedó trunco, con su debilidad por su querido Atlético Alianza, el Gato armó una carrera en la cancha grande que no es menor por logros y por estilo
Llegó el momento de la jubilación y también del retiro. Parecía que el tiempo de dirigir se habia terminado pero la insistencia de Vega y de alumnos suyos y jugadores de Escobar FC lo terminaron convenciendo después de dos años de ofrecimiento. Y ahi, Riveros entendió que la gloria se va, los títulos pasan pero quedan las sensaciones humanas como la gratitud para siempre: ‘Con Escobar me pasó algo muy fuerte. Aprendí a disfrutar de otras cosas más allá de los partidos. Ascendimos, todo bien pero me quedé con las palabras de agradecimiento de la gente, de una abuela que me dio gracias por cómo ayudé a su nieto a mejores actitudes. Eso me hizo entender que algo bueno se hizo’.
El repaso de su planteles y de sus vivencias no se escapan a la memoria del Gato: ‘El mejor jugador de futsal que dirigí es Daniel Ale. Un fenómeno que desafió todas las limitaciones físicas que tenía. Un distinto. Otro bueno de verdad, talentoso, es Emilio Rodriguez. Pero lo de Ale fue de otro nivel por lo que hacía en una cancha’.
Fanático de Boca, incluso para no perderse viajes para verlo en La Bombonera, Riveros tiene el privilegio de tener una relación con Mauro Bianchi y con el propio Carlos Bianchi: ‘Los conocí. Mauro incluso me ha llevado a la cancha y con Carlos tuve el honor de compartir en San Juan cuando perdió con San Martín. Guardo un mal impreso donde los Bianchi me agradecían todas mis atenciones. Eso es algo que nunca pensé’.
Se viene el futuro y Escobar FC estará en Primera. Riveros por ahora, no habla de planes, de pretemporada. No sabe qué hará, pero con el ADN infectado de futsal, seguramente en el 2026 el Padre del Futsal estará otra vez al costado de la cancha… enseñando.


