Costó que le dieran permiso para ir a un cumpleaños y quedarse algunos días en la casa de una tía. Sin saberlo, aquella salida se presentó como un escape del calvario que vivía en su propia casa en Valle Fértil, donde su padrastro (tiene 41 años) había comenzado a manosearla y someterla desde que tenía 7 años y a violarla desde los 14 hasta los 18 años. Nadie lo sabía y el silencio parecía ser el destino de aquellos ultrajes, hasta que en lo de su tía empezó a recibir mensajes de un número desconocido acusándola de tener relaciones con su primo. Más adelante, la misma acusación provino de otro número de alguien que decía ser su padre biológico. Hasta su tía recibió esos mensajes, que no tardaron en vincularse al padrastro de su sobrina y partió hacia Valle Fértil. Allí sucedería un violento episodio que terminaría con ese obrero tras las rejas, porque cuando su cuñada se presentó en su casa para pedir explicaciones, la empujó y la caída le provocó una fractura en su muñeca. Entonces hubo denuncia en la seccional 12da y, al enterarse, su sobrina se convenció de que era hora de reclamar justicia. Le contó a su tía de los abusos que padecía, la misma mujer creyó porque ya había visto las vergüenzas que le hacía pasar su hermana a la jovencita cuando el obrero la acusaba de algo y ella la increpaba en público. La misma niña dijo que su mamá la golpeaba mucho y le creía todo a su pareja, quien no le permitía tener amigos ni salidas.

Daniel Galvani, Fiscal de Cámara.

El 3 de junio de 2021, la chica denunció en el CAVIG a su padrastro. En su relato, precisó que todo comenzó prácticamente desde que su mamá se unió en pareja con ese hombre, cuando ella tenía 7 años. Y que las violaciones ocurrieron el mismo día que su mamá comenzó a viajar los viernes hacia Capital para capacitarse en su trabajo, cuando tenía 14 años.

Que mataría a su madre y a su hermanita, eran palabras que la hacían creer que eso podía ocurrir, más porque el acusado tenía una escopeta o rifle y armas blancas para cazar que ocultaba en el techo de la casa.

Los psicólogos que la entrevistaron concluyeron que no mentía. Su madre, sin embargo, dijo que ella nunca vio nada fuera de lugar y optó por desacreditar a su propia hija.

Ahora, ese obrero de 41 años llega a la Sala II de la Cámara Penal para defenderse en un juicio. Sin embargo, a través de la defensora Carla Manini, estaría cerca de admitir su responsabilidad y aceptar una condena en un proceso de juicio abreviado. Eso es lo que intentan acordar con el fiscal Daniel Galvani. Si hay acuerdo, se presentará ante la jueza Silvina Rosso de Balanza, quien deberá decidir si lo acepta o no. Y, si lo hace, qué pena aplicar.