El crimen de Micaela García aún retumba en sociedad argentina. Ella ya no está y el recuerdo quedará por siempre. Para su gente por el dolor de la pérdida cercana. Y para el resto, porque se convirtió en un caso de alto impacto en los medios y en la opinión pública.

Ahora llega el momento de esperar pericias y análisis, de investigar a fondo para reconstruir esas horas fatales para la joven de 21 años asesinada en Gualeguay, Entre Ríos. Ayer se dio la primera declaración del principal imputado por el hecho. Sebastián Wagner, preso en una cárcel de Federal, a 300 kilómetros de Gualeguay, y en ella le apuntó a su empleador en el lavadero de autos en el que trabajaba. Néstor Pavón también está detenido, pero desde el momento en el que se sospechó de su accionar como encubridor. Ayer Wagner fue más allá y lo acusó de haber actuado junto a él en la totalidad del hecho.

Pavón habló, fue entrevistado por un medio entrerriano cuando el cuerpo de Micaela ya había aparecido (sábado a la tarde) y Wagner ya estaba detenido (sábado a la mañana). Pero él aún estaba en su lavadero de autos. Y contó, dio su versión, claro que después, ya imputado por encubrimiento, declaró de una manera diferente. En consecuencia, este relato, difundido por El Once TV, sirve como referencia para escuchar a Pavón aún sin la Justicia detrás de sus pasos.



Además de asegurar que estaba "anonadado" por lo sucedido, reconoció que había salido "a comer" con Wagner la noche del viernes. "Fue mi nene de 13 años también", aseguró. Luego planteó un escenario que lo sacaría de la escena del crimen: "Él me llevó a mi casa como a las 2.30 o 3 de la mañana". El detalle es que en ese momento, Pavón y todos en Gualeguay sabían que Micaela había sido vista por última vez pasadas las 5 de ese sábado.

Pavón comentó que el lunes fue la última que vez que vio a Wagner, quién le manifestó estar "deprimido" y sus intenciones de irse de Gualeguay: "Me dijo que no quería estar más acá. Que se quería volver, porque extrañaba a su familia. 'Te voy a devolver el auto porque no te lo puedo pagar', me agregó".

"El viernes llegó bajoneado, diciendo que se había peleado con la mujer, que lo había echado. Me dijo que no tenía ganas de trabajar, que todo le salía mal", recordó Pavón. "Yo lo hablé, y le dije que piense, que se deje de hinchar las pelotas, que era joven y tenía toda la vida por delante". Luego se encontraron para ir a cenar. "Yo para darle apoyo, porque el loco decía que se iba a matar".

Pavón contó que el sábado Wagner no se presentó a trabajar. "La señora me mandó un mensaje de texto diciendo que estaba descompuesto y que no iba a poder ir a trabajar. Después hablé con él cuando vino a cobrar y me pidió manguerear el auto porque se le había embarrado. Le dije que sí, que lo hiciera rápido porque ya nos estábamos yendo. Lo traté medio cortante porque me había fallado laboralmente el día anterior. Nunca se me cruzó por la cabeza que hubiera hecho alguna cagada", repasó.