Eran cerca de las 12.15 del viernes cuando sonó el teléfono fijo en la casa de Aída Amanda Carrizo (73). "Hola, mami, soy Sandra. Te llamo porque va a estar otra vez el corralito y va a pasar lo mismo que pasó con el papi. Buscá todo el dinero porque va a perder el valor, todo lo que tengas, hay que cambiarlo ya. Estoy acá en el banco con el Marcelo y el Fabián, estoy muy nerviosa, hacelo ahora por favor". La anciana dudó, porque esa voz femenina le parecía extraña, distinta a la de su hija. Pero enseguida la convencieron, con la excusa de que el barbijo le distorsionaba la forma de hablar. Aída le creyó y tampoco colgó cuando le pidió que se quedara en línea para hablar con la gerenta general del banco. Entonces otra voz apareció en la puesta en escena, para explicarle que tenía que juntar todo el dinero que tuviera en la casa y luego entregarlo a un contador que iba a arrimarse por su hogar en un auto blindado.

Con ese verso, estafadores se hicieron con 24.000 dólares ($3.057.600, al cambio de ayer del dólar turista) y unos $10.000 entre reales, euros, pesos chilenos y plata nacional.

"Me siento tan estúpida, inútil, zonza... justo había comprado unos tomates, vacié la bolsa y puse todo ahí", se lamentó ayer la anciana, todavía alterada y sin poder creer que le tocó a ella, una persona lúcida que además había sido advertida varias veces por sus hijos.

Cara a cara. A la derecha, el momento en que la víctima se asoma a la vereda para entregar la bolsa con el dinero al supuesto contador de un banco. Aída Amanda Carrizo ayer todavía sentía mucha culpa, porque dijo que sus hijos la habían advertido y que había visto casos similares en las noticias.

A las 12.37, tal como quedó registrado en las cámaras de seguridad de la casa, el "contador" se presentó en el domicilio, sobre la calle Córdoba, en Capital. Y tuvo el descaro de recriminarle a la víctima que el dinero era poco y de solicitarle además que declarara joyas de oro, que finalmente ella no entregó. Con el botín en sus manos, el sujeto caminó en dirección al Oeste y en la filmación no se lo ve más, pero la hipótesis es que se subió a una camioneta Ram blanca que tenía las chapas patentes tapadas. Ese misterioso vehículo que conducía un hombre fue captado también por las cámaras. Se lo puede ver parado frente a la casa de al lado momentos antes de la entrega del dinero. Y después de eso arranca.

Los más de 3 millones de pesos eran ahorros de un hijo de Aída, que es médico ecografista. Los iba a destinar a la construcción en una propiedad, dijeron sus familiares. Fue él quien unos diez minutos después de la partida del cobrador llegó y le cayó la ficha. "Marcelo, ¿viste que entró el corralito? ¿Arreglaste ese tema?", interrogó la madre. El médico de inmediato pensó lo peor, y al llamarle a su hermana Sandra lo confirmó.

¿Cómo sabían los estafadores los nombres de los hijos de la anciana? Eso es motivo de investigación para la sección Defraudaciones y Estafas. Agustín, nieto de la mujer, reveló que posiblemente los delincuentes tenían intervenida la línea del teléfono fijo y que de esa manera recolectaban datos.

Fuentes de la investigación señalaron que la sospecha es que en este caso actuaron al menos 5 personas. Las dos mujeres que supuestamente llamaban desde el banco (su "hija" y la "gerenta"), el cobrador, el conductor de la Ram y otras dos mujeres que a eso de las 9.47 de ese día pasaron por el frente de la casa y tomaron fotos. Los pesquisas indicaron que creen que se trata de una banda encabezada por gitanos, oriundos de Mendoza.

"Me da vergüenza que me pregunten porque la verdad he actuado como si tuviera alzheimer. Pero bueno, ya está", cerró ayer Aída, al borde del llanto.