Diego Alfredo Aliaga, de 51 años de edad, había integrado cinco empresas desde mediados de 2004 en la capital de Mendoza de acuerdo a su perfil comercial y a sus entradas en Boletín de la provincia. De profesión despachante de aduana según él mismo declaró a las autoridades años atrás, Aliaga se convirtió en el co-titular de diversas firmas dedicados al rubro del vino y al comercio exterior con un puñado de socios. Hasta aquí, nada fuera de lo común, otro empresario del vino en Mendoza.

Hoy, la historia es otra. Desde el 28 de julio que Aliaga está desaparecido, según reportaron medios como Los Andes, luego de ser visto al salir de su casa en la zona de Palmares con una mujer, con la presunta intención de ir a ver un terreno para un negocio.

Ayer, la Policía provincial realizó bajo las ordenes del fiscal federal Fernando Alcaraz un allanamiento en el barrio cerrado Dalvian, donde detuvo a Diego Barrera, un hombre señalado como su socio, con el que se dedicaba a comprar terrenos y que no aparece en ninguna de las firmas integrada por Aliaga, con antecedentes por robo a mano armada, amenazas y presentar falsas denuncias.

En el procedimiento, los efectivos policiales secuestraron computadoras, teléfonos y una serie de vehículos de alta gama como una camioneta Porsche Cayenne, un Chevrolet Camaro propiedad de Aliaga, una camioneta Chevrolet 4x4 importada, un Chevrolet Celta y una moto para investigar si hay huellas del empresario.

Los investigadores, según informaron medios locales, verificaron que Barrera, que tenía la tarjeta de Aliaga para ingresar al barrio privado donde vivía y conducía la camioneta de su socio, entró a la casa de la víctima y se quedó allí por el lapso de una hora. Más tarde, los familiares del empresario encontraron toda la vivienda desordenada y aseguraron que faltaban algunos objetos de valor.

Fuentes en la Justicia federal aseguran que la familia de Aliaga recibió un llamado extorsivo con un pedido de un millón de dólares, lo que constituiría un secuestro extorsivo y le dio competencia al fiscal Alcaraz. Sin embargo, fuentes policiales en la provincia señalaron a Infobae que se barajan dos hipótesis paralelas. La más fuerte apunta a un crimen violento, la segunda, que Aliaga haya huido al norte del país.

Otros, incluso, hilan más fino: la llamada fue simplemente una mentira, un truco para tapar el crimen. Las negociaciones por el rescate no fueron retomadas, algo totalmente atípico para un secuestro extorsivo en caliente con una víctima “guardada”.

Alcaraz cuenta con la colaboración de la UFESE, el ala de la Procuración dedicada a investigar secuestros extorsivos con el fiscal Santiago Marquevich, que sugirió que se incorporen fuerzas federales a la búsqueda. Un investigador del caso asegura: “Aliaga era un empresario y un lobbista que operaba de todas las maneras, en blanco, en negro, un tipo de mucha guita que hacía negocios con tipos en blanco y tipos bueno, en negro”. Su casa en el country, por ejemplo, perteneció a un delincuente chileno de alto vuelo, un pesado acusado de estar involucrado en el tráfico de armas.

Fuentes policiales informaron a Télam que personal de Investigaciones y Científica ampliaron este martes el operativo de búsqueda y, en ese marco, inspeccionaron un galpón ubicado en calle Jujuy, a metros del cruce con Ramírez, donde el empresario guardaba autos junto a su socio, Diego Barrera.

En Quilmes, el fiscal Ariel Rivas investiga otra desaparición similar, la del abogado y empresario Salvador Altamura, sospechado de ser un prestamista, cuya familia asegura que habría sido secuestrado aunque no hay pistas al respecto. Fue visto por última vez el 13 de julio.