El canillita Pablo Washington Barifusa (61) volvió a su casa pero casi que no lo festeja. Dice que los dolores no lo dejan ni moverse, que le aparecieron problemas de salud relacionados a su estado emocional que antes nunca tuvo y que lo tiene muy mal no poder trabajar. Para colmo la recuperación le demandará mínimo cuatro meses, y los médicos ya le dijeron que es muy probable que nunca vuelva a ser el de antes. Es por eso que se encuentra atravesando una crisis emocional que le produce problemas de presión alta y de azúcar que se suman a las fracturas que tiene en cinco costillas y en el omóplato del costado izquierdo. Todo ese combo le provoca fuertes y constantes dolores que trata de contener con cuatro pastillas diarias, pero nada le sirve para frenar sus pensamientos pesimistas que convierten a su cabeza en su peor enemiga.

"Yo nunca he tenido problemas de presión, y ahora me llega a 18, a veces a 22. Y también me salieron problemas de azúcar, se me suele ir a más de 300, me la tengo que andar controlando. Y no tengo dudas de que es por el estrés, por la angustia, por los nervios, por estar todo el tiempo pensando cómo seguir, cómo pagar las deudas. Acá nosotros comíamos con lo que yo laburaba al día... ¿y ahora?", se quejó Barifusa, que se dedica al reparto de diarios desde hace 8 años.

Cárcel no le van a dar, pero que por lo menos me pague todo el daño que me está haciendo.

PABLO BARIFUSA - Canillita atropellado

Desde ese lunes 7 de este mes en el que fue atropellado en la puerta de la planta impresora de DIARIO DE CUYO su vida no volvió a ser la misma. Ahora sufre hasta hacer algo tan normal como estornudar: "Me tapo la nariz para no hacerlo. El otro día no me dio tiempo, me vino de golpe el estornudo y sentí que me desmayaba del dolor, veía estrellitas".

Actualmente tiene una faja que le recubre todo el torso y un inmovilizador en el brazo izquierdo. Trata de moverse lo menos posible. La mayor parte del tiempo la pasa en la cama, y cuando se levanta se acomoda en una reposera acondicionada con almohadas que está en el comedor, frente al televisor. "Me dijeron que tengo que caminar pero doy unas vueltas a la mesa y me agito. Hasta la comida he tenido que cambiar, esto me ha causado muchos perjuicios. He pasado de estar de diez, de ir un lunes a trabajar con todas las ganas, a estar casi postrado y sin poder hacer nada", lamentó.

Sobre el conductor de la Peugeot Partner que se dio a la fuga luego de embestirlo dijo que "ya no me interesa que venga a pedirme disculpas, antes capaz que sí. Ya sé que cárcel no le van a dar, pero que por lo menos me pague todo el daño que me está haciendo". Ese sujeto, llamado Luis Ochoa (31), se entregó a la Policía dos días después del siniestro, ya acorralado teniendo en cuenta que las cámaras de seguridad habían captado cuando huía.

"Dios me ha salvado, por 20 centímetros no he muerto. Me ha agarrado con el retrovisor, porque si me choca de lleno no lo estaría contando. Por primera vez he sentido la guadaña por la parcela", expresó el canillita. Ese día había retirado los diarios y estaba al lado de su moto, a un costado de la calle, cuando fue atropellado desde atrás: "Nunca vi la camioneta. Caí boca abajo, no me podía ni mover. Sentí el ruido de las otras motos que se llevó por delante. Quizás iba borracho, amanecido, qué se yo. Ya le inicié acciones legales, que se encargue la Justicia".

Barifusa vive en el Barrio Los Andes de Chimbas con su esposa y dos de sus tres hijos. Allí volvió tras permanecer casi una semana internado en el Hospital Rawson y ellos son en quienes ahora se apoya, tanto emocional como económicamente. También recibió la ayuda de otros canillitas, de una Iglesia, de los vecinos y de la municipalidad.

"He trabajado como portero en un colegio privado, he sido 17 años mozo y cuando no he tenido nada he hecho changas. El laburo es lo único que nunca me asustó. Por eso ahora que no puedo hacerlo me siento tan mal. Pero bueno, estuve muy cerca de morir y por eso agradezco que estoy vivo", concluyó, muy emocionado.