
Una humilde familia se hartó de los robos y decidió abandonar la casa que alquila en Rawson. Las tres últimas semanas fueron una pesadilla para el matrimonio y sus tres niños. Primero rompieron la cerradura del auto y les sacaron hasta los parlantes. Después abrieron el camión con el que trabaja el hombre del hogar y sustrajeron las herramientas. Como si fuese poco, ahora entraron a la vivienda y se llevaron el televisor, otros artefactos, prendas y el dinero de la alcancía.
La casa ubicada en calle Las Cañitas, a metros del Bº Teniente Silva y detrás de la UVT, no es ostentosa; al contrario: es de adobe y ni siquiera cuenta con agua potable, pero aun así los delincuentes se empeñaron en hacerle la vida imposible al chofer de camiones Mario Chávez, a su mujer Pamela y sus tres niños. ‘No nos queremos quedar más en esta casa. Ahora tengo miedo. Hay días que mi marido se va a trabajar y estoy sola con los niños. Nos puede pasar cualquier cosa’, dijo Pamela Brizuela.
Las tres últimas semanas fueron de terror por los robos. Me quiero ir, así no se puede vivir.
Pamela Brizuela – Damnificada del robo
‘Nos vinimos acá porque es barato y no tengo trabajo fijo’, explicó el hombre, quien hace seis meses que alquila esa propiedad rodeada de viejos viñedos. Sin embargo, lo que parecía un lugar tranquilo resultó ser un problema en las tres últimas semanas. Todo comenzó con un robo menor, a principio de este mes. ‘Me abrieron el Renault 12 que estaba estacionado en la puerta y me sacaron el estéreo, los parlantes y unas herramientas que tenía adentro’, contó el chofer.
El jueves de la semana pasada volvió a repetirse la maniobra pero el blanco en esa ocasión fue el camión que conduce Chávez, el cual dejó estacionado en la puerta. Le abrieron el rodado y sustrajeron una caja llena de herramientas. La familia pensó que era una mala racha, que todo iba a pasar. Pero fue al revés. A los dos días, los atacaron de nuevo. La familia se ausentó entre las 21 y 23 del sábado y desconocidos rompieron la puerta del frente de la casa. Robaron un televisor 32 pulgadas, un parlante portátil grande, un reproductor de DVD y hasta el poco dinero que guardaban en una alcancía, entre otras cosas.