El juez de Garantías, Diego Manuel Sanz, frustró ayer otro intento del sacerdote Walter Bustos para recuperar su libertad, en la causa que lo tiene detenido desde el último 17 de mayo, sospechado de haber abusado de un joven que concurría a la parroquia de Valle Fértil, donde él estaba destinado, en 2017. El magistrado recordó que el religioso ya registra otro castigo de 1 año y 8 meses por haber abusado de un chico que tenía 15 años (Fiscalía reclamó ante la Corte por ese fallo) y estimó que puede fugarse, pues es posible que reciba una pena de prisión efectiva en la nueva causa iniciada el 2 de mayo pasado. Ese día, un joven denunció en el CAVIG que él había consentido tener contactos sexuales con el cura cuando tenía 15 años y concurría a la parroquia de Valle Fértil.

El magistrado consideró que, además de querer fugarse, es posible sostener que, en libertad, el sacerdote pueda influir en los testigos que aún no declaran en el CAVIG y, así, entorpecer la investigación.

Por eso ayer le dictó otros 30 días de prisión preventiva con la misma modalidad que cumple desde el 22 de junio pasado: hasta ese día llevaba 36 días en una comisaría, pero un juez del Tribunal de Impugnación ordenó que pasara a cumplir encierro en la casa de sus padres, con tobillera electrónica.

La extensión de la prisión preventiva había sido solicitada por el fiscal Mario Panetta Sopelsa (UFI CAVIG), con el argumento de que aún resta incorporar testigos y realizar pericias psicológicas, al propio Bustos y también a su denunciante.

La abogada defensora, Sandra Leveque, se opuso a que el sacerdote siguiera preso. Dijo que el fiscal había utilizado los mismos argumentos que, el pasado 28 de junio, sirvieron para prorrogar el encierro preventivo de su cliente. Y sostuvo que las demoras en producir la prueba que precisa Fiscalía no se le pueden imputar al sacerdote. Tras conocer el rechazo del magistrado, anticipó que apelará ante un Tribunal de Impugnación.

El delito que le atribuyen al cura se encuadra en el artículo 120 del Código Penal. Ahí se contempla que el autor se aprovecha de la inexperiencia sexual de la víctima. En este caso se agrava por la condición de ser un ministro de un culto religioso, lo que resaltó el denunciante cuando dijo que se había acercado a Bustos para comentarle de sus problemas y se sentía contenido, hasta que él le propuso tener sexo.