La familia de Franco Ezequiel Guerrero (29) salió a hablar luego de que el joven perdiera un ojo en medio de un operativo policial en Rivadavia. "Le arruinaron la vida, hubo un extremado abuso de autoridad, queremos justicia", señaló a este diario Francisco, hermano de la víctima. Ayer denunciaron el caso y en la Subsecretaría de Inspección y Control de la Seguridad Pública ya investigan, confirmaron fuentes oficiales.

El hecho ocurrió a eso de las 7.30 del último sábado, en la Villa Doncel, donde vive un conocido de Guerrero. La versión de la familia indica que esa madrugada el joven se juntó con varios amigos a comer algo, beber y escuchar música. El problema comenzó cuando un vecino llamó al 911 para denunciar la supuesta juntada ilegal en ese lugar, jurisdicción de la seccional 13ra.

"La Policía llegó al domicilio con 8 patrullas, entre ellas 3 motos. Algunos de los chicos se entregaron fácilmente y otros por miedo a ir detenidos trataron de huir", aseguró el hermano. Fueron tres los que salieron corriendo, entre ellos Guerrero, que se subió al techo de un vecino y se ocultó detrás del tanque de agua, según la denuncia.

"Franco tenía mucho miedo porque los policías empezaron a disparar con balas de goma desde los dos lados de la casa, por calle Salvador María del Carril y por atrás por Punta de Rieles. Cuando los policías lo vieron, por el fondo de la casa le gritaban que se bajara del techo. Él con mucho miedo les pedía que por favor no le dispararan", relató. Y continuó: "Uno de los policías lo conoció a Franco porque fue compañero del secundario y lo llamaba por su nombre para que se bajara. Después llegó otro policía, supuestamente un refuerzo de la comisaría 30º, que disparó tres veces al aire. Franco gritó "no disparen, ahora me bajo". Y cuando se asomó para bajarse ese policía le apuntó de frente a matar y le dio en la cara. Le desfiguró el rostro".

Guerrero cayó desplomado desde el techo al suelo, con heridas de postas de goma en el rostro. Su familia asegura que el efectivo que le disparó se agarraba la cabeza y se lamentaba diciendo "qué cagada de mandé (sic)".

Lo concreto es que el joven fue enviado al Hospital Rawson, con custodia porque le iniciaron una causa por resistencia a la autoridad. Al día siguiente fue operado y le tuvieron que vaciar el ojo derecho. "Directamente lo perdió. El médico nos dijo que iba a hacer lo posible para salvárselo, pero estaba destruido y no pudo hacer nada. El otro ojo se ha salvado de perilla, no le ha sacado los dos ojos de milagro", afirmó el hermano. La víctima recibió el alta el miércoles. Está en su casa, adolorido, sin ánimo para hablar con la prensa y sin poder trabajar en la construcción, a lo que se dedica. "Tenemos testigos que vieron lo que ocurrió y que aseguran que el policía le disparó a matar. Queremos justicia, le hicieron mucho daño. Tiene una hija, 29 años y toda una vida por delante, que alguien se haga cargo de esto", cerró.

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