En el centro ANIVI recibieron la denuncia y confirmaron enseguida el brutal ataque que había sufrido la menor.

Debía llevarla de vuelta a su casa pero se desvió hacia el campo en su moto y la sometió.
Parecía un día más en la rutina doméstica. Era 8 de diciembre y oscurecía en ese humilde pueblo caucetero. Entonces fue que la hija mayor de la familia, de visita en lo de su mamá, le pidió a un par de sus hermanitos para que le ayudaran a llevar algunas cosas. Debían caminar alrededor de un kilómetro. Todo iba normal.

La dueña de casa, que también salía esa noche, le pidió a otra de sus hijas que le avisara cuando regresaran los chicos, especialmente la nena que estaba a punto de cumplir 12 años. Dos horas después la angustia se apoderó de la mujer, porque como a las once de la noche habían vuelto los otros chicos pero no la niña. Fue hasta lo de su hija mayor y ésta le dijo que había salido con su pareja y que quizás estaban en casa de un amigo, pero allí no la hallaron. Cuando la mujer volvió con la Policía a la casa de su hija, se topó con su yerno de 22 años, y el joven les dijo que se habían demorado porque se le había pinchado la moto pero que ya había dejado a la menor en su casa.

Minutos después la mujer encontró a su hija, la notó rara y apenas le preguntó qué había pasado la niña estalló en llanto y le contó que su cuñado la había violado.

Al otro día fueron hasta el ANIVI (centro de abordaje integral de niños víctimas) y allí constataron que la menor no mentía. El médico detectó las lesiones que le dejaron en su cuerpo las piedras y el piso donde la había arrojado y, principalmente, las del ultraje sexual. A su vez, una psicóloga descubrió que el relato de la menor estaba cargado de situaciones y detalles que no podría haber inventado y un lenguaje gestual propio del traumático momento. "Me dijo que yo le gustaba mucho y que no dijera nada porque iba a matar a mis hermanos, a mi mamá, que les iba a pegar", reveló la chica.

Ante el juez Guillermo Adárvez (Tercer Juzgado de Instrucción) el changarín desempleado no dio su versión. Igual el magistrado entendió que se había probado su autoría en un delito grave, como el abuso sexual con acceso carnal contra una menor de 13 años, agravado por la guarda, pues se suponía que debía cuidar a esa menor mientras estaba en su casa.

Por eso lo procesó con prisión preventiva. El delito que le atribuyen al joven tiene una pena que oscila entre los 8 y los 20 años de cárcel.