Podría haber sido una doble tragedia, pero apareció un vecino salvador que impidió que una nena de 5 años y su hermanito de 3 murieran quemados mientras se incendiaba su vivienda, en Chimbas. La historia es tremenda: los menores habían quedado solos debido a que su madre, Gisel Méndez (23), había salido a imprimir unos currículums porque está desocupada. Mientras que el padre, Ulises Peruse (24), se encontraba en la gomería donde trabaja.

Los ingresos de la joven pareja son pocos, por eso ayer lamentaban tanto haber perdido las pocas cosas que tenían en el departamento que alquilan en la Villa Ariza I, sobre calle Yapeyú, a metros de Monseñor Di Stéfano. "Anoche hemos tenido que dormir por ahí, de prestado", dijo ayer Méndez, al borde del llanto. El siniestro empezó cerca del mediodía del último lunes. El departamento cuenta con dos espacios: por un lado una pequeña cocina-comedor y, pegado, una pieza también muy reducida donde duermen los cuatro. Mientras que el baño está en el fondo.

Todo pasó cuando la chica había salido a un comercio cercano a imprimir los currículums, quedando solos Tania y su hermano Tomás. "Ella estaba despierta y el nene, durmiendo. Yo me habré demorado entre 15 y 20 minutos. Los vecinos me contaron que Tania se había puesto en la ventana del comedor y que gritaba que había fuego", señaló la madre, aún con la respiración agitada. Según su relato, en base a lo que le contó su hija, la nena despertó a su hermanito, ya cuando el fuego tomaba la pieza, y en esos instantes, tras romper la puerta de ingreso, entró el vecino de al lado y sacó a los dos menores. "Ahí nomás se prendió fuego todo... los salvó, no les pasó nada. No sé qué hubiese pasado si no hacía eso, yo estoy muy agradecida con él", dijo Méndez. Y agregó: "Una vez que los sacó, intentó apagar el mueble de la pieza para que el fuego no agarrara lo demás pero no pudo porque las llamas se hicieron muy grandes".

Sin nada. La pareja y sus hijos perdieron casi todas sus cosas a causa del fuego en el departamento. Para ayudarlos, comunicarse con Gisel (foto) al 2646723038.

La familia perdió prácticamente todo lo que había en el dormitorio, como la cama matrimonial, la de los niños, un ropero y un televisor, y también resultaron afectados los muebles y artefactos de la cocina-comedor. "Me siento devastada... hace 9 meses alquilamos aquí y ahora no sabemos a dónde m... ir, no tenemos nada, quedamos en la nada... con lo mucho que cuesta", lamentó Méndez. La chica tenía trabajo como moza pero hace un mes y medio lo perdió, es por eso que había confeccionado los currículums y quería imprimirlos para repartir.

¿Qué causó el fuego? Esa pregunta ayer seguía siendo un misterio. "Nadie supo darme una explicación", dijo la chica. Según su versión, el día domingo, cuando llovió, hubo un cortocircuito en el tablero eléctrico. Ella cree que al día siguiente pudo repetirse esa situación. Sin embargo, otra posibilidad es la de una travesura de su hija, que pudo haber prendido fuego el colchón con un encendedor. La nena le dijo a su madre que "entró un hombre por el fondo, agarró el encendedor de papá y prendió fuego", aunque la joven no cree que eso fuera posible.

  • Tres horas de fuego en un hogar

Juan Eduardo Olmos (53) es recolector de residuos, al igual que su hijo Gonzalo (27), que también es repartidor de comida. El hombre tiene otra hija, Macarena (29), que trabaja en la limpieza de las calles y tiene un chico de 12 años. Los cuatro ayer quedaron prácticamente con lo puesto al incendiarse por completo su casa, ubicada sobre Falucho, metros al Oeste de Salvador María del Carril, Capital. Fue a eso de las 2 de la mañana, cuando en la vivienda solamente estaban Macarena y su hijo. El fuego, que fue apagado recién cerca de las 5, tuvo origen en la pieza de ellos, al parecer, por un cortocircuito en una zapatilla que tenía conectados varios enchufes. Las llamas se extendieron a los otros dos dormitorios, al baño, al comedor y a una larga galería que conecta todos esos ambientes, destruyendo a su paso todos los muebles, electrodomésticos, ropa y demás pertenencias, como dos bicicletas y dos motos. "Es más fácil decir qué no se ha quemado... quedamos en la calle, no sabemos a dónde vamos a ir. Son más de 30 años de laburo perdidos", lamentó Juan Eduardo. El único consuelo de la familia es que Macarena y su hijo pudieron salir una vez que escucharon los chispazos, pero la angustia era tremenda por todas las pérdidas.