"Mi hijo se mandó una cag...", dijo el hombre cuando se apersonaron dos uniformados por su casa. "Marcos, levantate, levantate que acá está la Policía", pidió, pero su hijo no se levantó. Los policías entonces pidieron entrar y se toparon con una escena que no esperaban: Marcos Marín (28), estaba tendido en una cama, con un cuchillo ensartado en su abdomen. Entonces su papá fue hasta él, le sacó el cuchillo y lo dejó cerca de la puerta. Desde entonces el joven quedó preso y así seguirá porque el juez Alberto Benito Ortiz (Primer juzgado de Instrucción) lo procesó con prisión preventiva, porque no creyó la versión que intentó instalar Marín de que ese cuchillo clavado y otras heridas habían sido obra de su expareja y madre de sus dos hijos, Diana Ruarte Troncoso (24), que aquella vez se salvó por poco, pues Marín le clavó 11 veces el cuchillo y por poco no la mató.

La oportuna intervención de una vecina evitó esa tarde que el ataque terminara en crimen.

Para el magistrado, ese hecho configuró una tentativa de homicidio agravado por el vínculo. Fue tentativa porque los cuchillazos alcanzaron a tocar órganos vitales y porque una vecina de Diana escuchó sus desesperados gritos, abrió a patadas la puerta cerrada con llave, rescató a la joven y cuando Marín salió a perseguirlas, dejó seguir a su vecina y se volvió a enfrentarlo, justo cuando aparecía otro vecino y sumaba su presencia para hacer desistir al descontrolado joven.

Todo pasó alrededor de las 18,30 del 8 de noviembre pasado en el Loteo Taranto, en 9 de Julio. La madre y uno de los hermanos que viven con Diana en ese lugar no estaban, tampoco sus pequeños hijos de 6 y 4 años, que justamente los tenía Marcos.

Pero el joven, por teléfono, le dijo que necesitaba más ropa para sus hijos porque los llevaría a tomar un helado. Ella buscó la vestimenta y lo esperaba en la puerta cuando su ex llegó en moto, le dio una trompada, le tapó la boca y la metió a la casa, cerró todo con llave y buscó matarla. "Sos una hija de put..., me has hecho sufrir mucho", le dijo, y se puso a ejecutar sus funestos designios.

Primero arrastrándola de los pelos hasta el lugar del televisor, donde intentó hallar algún cable. Como no lo encontró, la llevó hasta la cocina, buscó un cuchillo y empezó a clavárselo en el abdomen ante los desesperados gritos de la joven.

"Estoy cansado de estar solo, me cag... la vida que no quieras estar conmigo", le dijo en medio del sangriento ataque.

Pero los gritos fueron escuchados por una jovencita que le avisó a su madre. Y esa mujer, Daniela Villegas, buscó entrar pero no pudo. Hasta que abrió a la fuerza la ventana y vio a Marín sobre su vecina, clavándole el cuchillo. El joven le dijo que no hacía nada, pero ella empezó a patear la puerta hasta que logró entrar. Su ingreso pareció desconcertar a Marín que entonces paró de atacar, se metió a un dormitorio para autolesionarse con el mismo cuchillo y ellas aprovecharon para salir.

Pero enseguida el joven las siguió y en ese momento Villegas se armó de valor por segunda vez. Dejó a Diana que siguiera caminando, se volvió y se le plantó al descontrolado atacante: "¡Qué mierd... querés hacer!", le dijo, al tiempo que aparecía otro vecino para preguntar qué pasaba y así obligaba al atacante a huir en moto.

Marcos y Diana habían estado 11 años en pareja. Tuvieron dos hijos, pero la convivencia no resultó, porque él la agredía verbal y psicológicamente, sobre todo cuando se emborrachaba. También la celaba. Que se iba a matar, era una de las amenazas más frecuentes para conseguir que ella siguiera junto a él, pero un día la joven se cansó y le puso fin a la relación.

Cuatro meses después él intentó matarla. Cuando el juez lo indagó, dijo que ese día ella le dio una piña y el primer cuchillazo, hasta le quitó el arma y después "se le nubló la cabeza y pasó lo que pasó". El juez no le creyó y ordenó que siga detenido.