Yacyretá, la central hidroeléctrica emprendida conjuntamente por Paraguay y Argentina sobre el fronterizo río Paraná, demandó casi 28 años de obras para su terminación y millonarios desembolsos, por los que carga con el sobrenombre de "monumento a la corrupción".

El viernes pasado en Misiones, los presidentes de ambas naciones fueron a un acto de inauguración de Yacyretá, para celebrar la finalización de las obras. Ahora la central hidroeléctrica podrá funcionar a pleno, porque hoy por hoy ha alcanzado su cota máxima de 83 metros sobre el nivel el mar.

La represa, la segunda mayor de Latinoamérica, comenzó a ser construida en julio de 1983 e inició la generación de energía en septiembre 1994, pero se necesitaron 16 años más para que alcanzara el máximo potencial de producción previsto en el proyecto original.

Aunque Argentina y Paraguay comenzaron a explorar la posibilidad de generar energía en el río Paraná a finales de la década de 1950, el proyecto de Yacyretá cobró forma en diciembre de 1973, cuando Juan Domingo Perón y Alfredo Stroessner firmaron un tratado para construir la central aguas abajo de los rápidos de Apipé.

La represa comenzó a generar energía con un nivel en el embalse de 76 metros de altura y, pese que el objetivo original era alcanzar la cota de 83 metros, las obras se paralizaron en 1998, durante el Gobierno de Carlos Menem , que en vano intentó privatizar la central.

Fue el propio Menem quien calificó a Yacyretá como "monumento a la corrupción" al intentar justificar la decisión de parar las obras bajo el argumento de los millonarios fondos que consumía el colosal proyecto, medida que derivó en una andanada de demandas por parte de las empresas constructoras.

Siempre envuelta en denuncias de fraude, al momento de comenzar a generar energía, en 1994, la obra había costado cerca de 11.000 millones de dólares, cinco veces más que lo previsto inicialmente. En 2005 Transparencia Internacional incluyó a Yacyretá entre los "diez monumentos de obras públicas más corruptos del mundo".

La central funcionó al 60 por ciento de su capacidad de diseño original hasta que en 2004 los entonces presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y de Paraguay, Nicanor Duarte, acordaron impulsar el Plan de Terminación de Yacyretá, que comenzó a ejecutarse dos años después.

Este plan implicó, entre otras cosas, el traslado de 17.000 familias asentadas en la ribera del embalse, a las que se proveyó de nuevas viviendas, infraestructura educativa y sanitaria y asistencia social, además de obras viales y de comunicaciones, todos trabajos que tuvieron sus sucesivos actos oficiales de inauguración.

Según datos del Ente Binacional Yacyretá, que administra la central, el plan de terminación implicó inversiones por 1.606 millones de dólares, el 58 por ciento ejecutadas en la margen paraguaya.

El dique aumentó progresivamente de cota hasta alcanzar el pasado día 12 los 83 metros y lograr así un nivel pleno de producción de 3.100 megavatios.

La energía generada se reparte a partes iguales entre Argentina y Paraguay, aunque éste último vende gran parte de lo que le corresponde a su socio, que con lo aportado desde Yacyretá cubre el 22 por ciento de su demanda eléctrica.

Asimismo, según lo acordado en 1973, las obras debían ser solventadas a partes iguales por ambos países, aunque en la práctica Argentina corrió con la mayor parte de la inversión y Asunción generó deudas que ascienden a unos 15.800 millones de dólares.

Paraguay busca además que Argentina le conceda la posibilidad de vender a terceros países el excedente de energía que le corresponde en Yacyretá y que no utiliza, una opción vedada en el tratado firmado en 1973 y que expira en 2013.

Aunque la de este viernes fue la inauguración "definitiva" de la central, en el futuro seguramente habrá un nuevo corte de cintas pues Yacyretá se complementará con la construcción en el denominado brazo Aña-Cuá de una generadora auxiliar.