"¡Marcelo, Marcelo, acá está la gente que te apoyó!", gritó una mujer que intentaba cortar con su cuerpo el cordón de custodios que avanzaban, como un cerrojo humano, a los tropezones para cuidar el paso del gobernador Marcelo Orrego, en el tumultuoso trayecto de 200 metros a pie con el que unió la Legislatura provincial con el Teatro del Bicentenario, ambos escenarios de su asunción. Ese tramo tuvo una dinámica totalmente contrastante al resto de la tarde: la gente se le abalanzó, lo felicitaba, le pedía besos, le hacía regalos, y Orrego intentaba devolverles el gesto a todos, al mismo tiempo que respondía a una decena de periodistas. Pero fue apenas una isla de adrenalina, en una jornada atravesada por la calma y la escasa presencia de público a lo largo de cuatro horas y media.

Más gente. Una vez que llegó al teatro, saludó a todos detrás del vallado.

Desde las 17, cuando estaba previsto el inicio de la sesión en la Cámara de Diputados, el movimiento afuera de la Legislatura era el mismo de cualquier domingo, sólo que con un vallado en la vereda y muchos trabajadores de medios de comunicación haciendo guardia. Tan tranquilo estaba todo, que aunque había custodia policial en los alrededores, ni siquiera habían sido cortadas al tránsito la Las Heras ni la Libertador.

La previa, monótona. Salvo las vallas en la Legislatura y la presencia de periodistas, todo en la calle era normal.

Lo único que amenazó con romper esa monotonía fue el ingreso del vicegobernador electo Fabián Martín, quien fue recibido por la comisión de exterior, en la vereda de la esquina, para tomarle juramento en el recinto. Pero una vez que ingresaron los legisladores, todo volvió a la calma. Algunos curiosos que estaban de picnic en la plazoleta Sarmiento, o que iban de paseo en familia hacia el Parque de Mayo, se acercaban a los periodistas para preguntarles qué pasaba en ese lugar. No había movilización, ni grupos organizados, ni siquiera hinchada haciendo vigilia.

Pocos. La Agrupación Patria manifestó su apoyo.
Unipersonal. Un municipal de Rivadavia fue a hinchar por el vice.

Fue recién a las 18,30 cuando llegó la Agrupación Patria, una organización social y política que se define como afín al orreguismo y que llevó al lugar menos de una veintena de militantes con banderas argentinas. Fue la única expresión movilizada. Se ubicaron del otro lado de la Las Heras y esperaron, pacientes y en silencio, la llegada del gobernador. Unos minutos después empezó a llamar la atención con una pancarta Jorge Mulet, un empleado municipal de Rivadavia que fue a "agradecerle y darle apoyo" a la nueva gestión, sobre todo a su exjefe Fabián Martín: "Nadie me pidió que viniera, lo hice espontáneamente", dijo el hombre, que combinaba su cartel con su remera de campaña por la fórmula ganadora de JxC.

Espectadores. Cada picnic, un público privilegiado.

Poco después de las 19, más gente llegaba hacia el Parque y muy pocos se quedaban a averiguar a qué se debían el vallado y el movimiento, pero seguían camino. Una empleada municipal de Capital recorría la esquina levantando botellitas y papeles del suelo. Uno que otro vendedor cruzaba la zona y ofrecía rosquitos y facturas.

Bienvenida. La Policía le brindó una guardia de honor al nuevo gobernador.

Fue casi una hora después cuando empezó a cambiar el tono. A las 19,50, finalmente llegó Orrego y provocó la primera revolución de la tarde. Recorrió el vallado, saludó a todos, se le formó un enjambre de gente alrededor, fue recibido por legisladores y entró a prestar su juramento y leer su discurso. Una hora después, dejaba el edificio para ir a pie hasta el TB. Ahí sí, la monotonía había quedado atrás por completo. La caminata fue como un hormiguero embravecido alrededor del gobernador. Y el ritmo se mantuvo hasta el teatro, donde lo recibieron la Banda de Policía y la guardia de honor de la Escuela de Cadetes, casi a las 21,30.

> Picón, al tope de las selfies

Fuera de los propios Orrego y Martín, la flamante diputada nacional Nancy Picón, del mismo espacio partidario que el nuevo gobierno provincial, fue la figura política a quien más fotos le pidieron en la calle. Le siguieron Carlos Munisaga, intendente rawsino, y Roberto Basualdo, padrino político del nuevo gobernador.