Con síntomas que pueden confundirse con los de otras enfermedades virales, el coronavirus que desató una pandemia en el mundo, y que a diario suma contagios y muertes de a miles, no siempre es la causa de la tos, la fiebre o el dolor de garganta que muchas personas comienzan a manifestar por estos días. Habrá casos en los que, test mediante, el estudio confirme un diagnóstico de Covid-19; y en otros, el cuadro podrá estar asociado a otro cuadro viral o bacteriano, mientras que en algunos más no se encontrarán esas causas.

¿Qué les pasa entonces? Están somatizando un cuadro que, aunque provoca molestias físicas, no es real. “Del coronavirus podemos sentir la fiebre, el dolor de cabeza e incluso la tos sin tener la enfermedad. Todo es posible”, confirma Emiliano Villavicencio, psicólogo y jefe de posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de La Salle, en México, en una nota publicada en BBC Mundo. Allí mismo refiere a la somatización como “la manifestación de síntomas físicos de un problema psicológico”.

Se trata de malestares reales que llegan a confundir a quienes los manifiestan, y les hacen creer que son candidatos a haber contraído la enfermedad. Sin embargo, en el caso de la somatización, el cuadro clínico que en efecto presentan los pacientes no está relacionado con un virus, sino que es provocado por un estado de ansiedad y preocupación.

Según Villavicencio, este trastorno que está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría de Estados Unidos, se está profundizando de la mano de la emergencia sanitaria, ya que se alimenta del miedo a los alcances de la pandemia y el riesgo aumentado de contagio. “En la somatización, si el paciente cree que le duele la cabeza, es porque realmente le duele, solo que la explicación de este dolor es psicológica”, explica Villavicencio.

¿Cómo diferenciar la enfermedad viral de la emocional? A los fines, los testeos médicos son la medida primaria por excelencia. Ante situaciones de ese tipo, los especialistas primero descartan cualquier causa física a las afecciones y luego buscan un motivo psicológico que explique los síntomas, describen en el medio británico. “Pacientes completamente sanos pueden experimentar todos los síntomas del coronavirus, es algo normal. Solo que en este caso procuramos tratar el miedo psicológico que genera los síntomas en vez de brindarles medicamentos”, explica el especialista.

La conclusión, en muchos casos, es que en realidad lo que padece ese paciente es una hipocondría, ese miedo excesivo a enfermar que en ocasiones puede dominar la vida diaria, y que en situaciones como la actual se exacerba astronómicamente.

“La diferencia entre una persona hipocondríaca y un paciente que manifieste signos psicosomáticos se debe a la influencia de un factor ambiental. El hipocondríaco no necesita de ese elemento externo, en este caso la emergencia sanitaria, para desarrollar ansiedad y experimentar los síntomas de una enfermedad”, aclara Villavicencio en el artículo.

Para el caso actual, y para la gran mayoría de las problemáticas que afectan a la sociedad global, ese factor ambiental que empuja a las personas hacia una conducta extrema es el exceso de información, la sobreexposición a las noticias de todo tipo, y en diversos soportes que se nos ofrecen a diaria y que pocas veces nos tomamos el trabajo de "filtrar". Por ello, Villavicencio aconseja cuidar no solo la salud física sino también mental.

En efecto, a nivel local, ya en las primeras semanas del aislamiento social preventivo y obligatorio decretado por el Gobierno nacional, las consultas de personas sin antecedentes de conflictos psicológicos previos, se dispararon en los centros de atención especializados en trastornos de ansiedad.

En ese sentido, tanto el referente mexicano como muchísimos profesionales argentinos sugieren analizar las noticias y no "tragarlas", conocer bien lo que implica tener coronavirus, “cuya mortalidad no es tan elevada” y consultar “fuentes fiables de información y no cualquier escrito en Facebook”, espeta el psicólogo, y advierte:

“Una persona sobreexpuesta es fácil que construya fantasías catastróficas, distorsione la realidad y produzca un estado psicosomático. Desde las ideas y las fantasías se puede entorpecer la atención médica de los países".