�‘Si aún tuviera el duende, estaría dele facturar con el dinero que la gente me ofrecería por verlo. En aquel tiempo, hasta me daban 13.000 pesos por el duende. Soltarlo es de lo único que me arrepiento’, dijo Ariel Fernández (36), el hombre que hace exactamente cinco años se convirtió en protagonista de una de las noticias más curiosas de la provincia, que incluso tuvo trascendencia internacional. En agosto de 2009, Fernández aseguró haber atrapado un duende y enjaularlo, para luego liberarlo por el miedo que le dio y por la cantidad de curiosos que se reunían en su casa. Las fotos del hombre con la jaula sobre la mesa de su cocina y del supuesto duende causaron tal revuelo que aún se pueden observar por Internet, a la vez que la conmoción que por entonces vivía el Lote Hogar 38 de Chimbas, donde aún reside Fernández, obligó a la intervención de la Policía. Tras cinco años, Fernández no sólo mantiene su versión, además se arrepiente de no haber conservado al duende.

‘Después de que lo solté y que me ofrecieron tanta plata, traté de ubicarlo de nuevo y hasta hice un rastrillaje, pero nunca más lo vi. En ese momento vino gente de todos lados y de otros países, si hasta de unas universidades me vinieron a ver. Pero a todos les dije lo mismo, que lo había soltado’, contó Fernández. El hombre aseguró que en los últimos cinco años su vida no cambió mucho, pues sigue trabajando como electricista y realizando murales. ‘No me casé ni tampoco tuve hijos’, graficó.

REVOLUCIONADO

Sobre aquel agosto de 2009, Fernández recordó lo revolucionada que estaba su casa. ‘Todo el tiempo había gente afuera. Al principio era para ver al duende y después que lo solté, para tratar de hablar conmigo. No fue fácil, a mi familia no le gustó y una hermana hasta se fue a dormir a lo de una amiga. Además hubo gente que no me creyó, que me dijo cosas, pero yo no di a conocer nada, sino que las fotos se fueron pasando de celulares en celulares’, expresó Ariel.

Precisamente, una de las particularidades que tuvo este hecho fue que los vecinos aseguraban entrar a la casa a tomar fotografías del supuesto duende, por lo que pagaron entre 5 y 50 pesos, que luego se iban pasando entre otros. De acuerdo a los relatos, el duende medía entre 30 y 35 centímetros de alto, tenía orejas puntiagudas, caminaba de costado, gruñía y de noche pegaba fuertes alaridos.

Según Fernández, al duende lo atrapó cerca de un cementerio y lo tuvo dos semanas en su casa. Le dieron carne, pan y agua, pero lo único que comió fueron unos cueros de pollo. Ariel entonces decidió soltarlo porque la vivienda ya se le había llenado de curiosos y porque ‘el bicho ya tenía los ojos colorados, parecía muy triste o enojado’, contó.