HAY EQUIPO. El team completo que realizó la campaña paleontológica en 2001, con los especialistas Martínez y Alcober a la cabeza.


Un fósil de apenas 2 centímetros de largo, encontrado hace dos décadas en Ischigualasto y perteneciente a un animal que vivió hace 230 millones de años, acaba de poner a San Juan nuevamente en la cima de la producción científica de todo el mundo. Es que la prestigiosa revista británica Nature dio a conocer los detalles del Taytalura alcoberi, el nombre con el que fue bautizada esta especie por parte del sanjuanino que la descubrió e investigó. Y su importancia es superlativa: queda comprobado que es el primer ancestro de todos los lagartos y serpientes que existen actualmente, explica cómo evolucionaron más de 10.000 tipos diferentes de reptiles y certifica que esa evolución no sólo sucedió en el suelo que hoy ocupa Europa, como se creía antes, sino que el Sur también fue escenario de aquellas primeras transformaciones en la lucha de las especies más pequeñas por sobrevivir, al mismo tiempo que los dinosaurios.


Todo esto le imprime al hallazgo y su posterior clasificación una trascendencia histórica. La solidez en la investigación del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ que encabezó el paleontólogo Ricardo Martínez, con datos tan concluyentes, empujó al pequeño lagarto fosilizado a la última edición de Nature, célebre por publicar trabajos científicos que terminan revolucionando todo lo conocido.

EN CASA. El fósil es parte del inventario del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ y se encuentra guardado en su laboratorio.


El propio Martínez fue quien encontró el cráneo fosilizado del animal, en un trabajo de campo realizado hace 20 años en la zona de la Cancha de Bochas, campaña científica en la que también había participado un equipo periodístico de DIARIO DE CUYO.


Desde entonces, con su agudo olfato indicándole que no era "un animal más", lideró una escuadra que investigó durante años esos restos, con técnicas como escaneo tomográfico, para interpretar el fósil y determinar así tanto la morfología como el árbol genealógico del pequeño lagarto fundacional. El estudio fue realizado con la participación de especialistas de otras universidades de Argentina, Alemania y EEUU. Y el mando estuvo en manos de Martínez, quien dirige el Área Paleontología del museo sanjuanino.


Al momento de bautizar al "bichito", como le llama en la intimidad su descubridor, el paleontólogo tomó dos decisiones de peso. La primera, combinar el quechua y el kakan que hablaban los diaguitas en el San Juan precolombino, a través de las voces "tayta" (abuelo) y "lura" (lagarto). Y la segunda, con un significado mucho más profundo aun para él, rendirle homenaje al paleontólogo sanjuanino Oscar Alcober, lo que concretó con el término "alcoberi", por "de Alcober". 


La dupla Martínez-Alcober es marca registrada en la paleontología de vertebrados a nivel global. Ambos profesionales tienen una relación desde hace casi 40 años y la historia que comparten es tan rica como sus aportes científicos (ver nota vinculada). "Si no fuera por él y la charla que tuvimos cuando nos conocimos, yo no habría llegado hasta acá -le explicó el descubridor de Taytalura alcoberi a este diario-. Por eso quería homenajearlo a él, a su trayectoria, a tantos años de amistad".



LA IMPORTANCIA CIENTÍFICA

Taytalura alcoberi es, literalmente, el abuelo de todos los lagartos del mundo. Ya habían sido hallados en distintos sitios europeos restos fósiles similares, pero ligeramente más evolucionados. Las características de este animal lo ubican claramente como anterior en la línea de tiempo a todo lo que se había encontrado hasta ahora.


Algunos de los rasgos de este espécimen (cuyo tamaño total no debe haber superado los 15 cm), que permiten rotularlo como ancestro de los lagartos y serpientes del mundo, son las gigantescas cavidades de los ojos, el cráneo estirado hacia atrás y con huesos llenos de orificios; y sobre todo la disposición de los dientes, metidos en el interior de un canal, algo que no conservó ningún reptil más adelante.


Su ubicación en la línea evolutiva es clave. En él se inicia la división de dos grandes grupos de reptiles, apenas comenzada la Era Mesozoica. Para un lado, evolucionaron los arcosauromorfos, que más tarde dieron origen a los cocodrilos e incluso las aves. Para el otro, se formaron los lepidosauromorfos, de donde derivan todos los tipos actuales de lagartos (hasta el imponente dragón de Komodo), serpientes e inclusive la tuátara, una especie de lagartija con una larga cresta de púas que hoy sólo vive en Nueva Zelanda. Taytalura alcoberi se ubica en el punto cero de este segundo grupo y les da el puntapié inicial a más de 10.000 especies reptiles actuales.


Que su hallazgo haya sido en San Juan también es clave para interpretar la evolución. En aquella época, hace al menos 230 millones de años, Ischigualasto era como una enorme selva en la que los lagartitos convivían con los primeros dinosaurios del mundo. En la Tierra no existían los continentes actuales, sino el Pangea, un único supercontinente que concentraba toda la superficie terrestre del planeta. Como se suponía que los primeros lagartos habían surgido y evolucionado primero en el Norte, este espécimen sanjuanino marca una bisagra y obliga a replantear el avance de las especies de este otro lado del mapa: gracias a aquella campaña de 2001 en la Cancha de Bochas, la paleontología le da crédito ahora también al Sur, con la revelación de que acá la evolución sucedía a la par de allá, y no era sólo producto de migraciones.


"Es impresionante y también increíble lo bien conservado que estaba este cráneo, eso no es nada común en animales tan pequeños, porque sus huesos eran muy frágiles", le explicó Ricardo Martínez a DIARIO DE CUYO en el corazón del laboratorio del Museo de Ciencias Naturales. Para demostrarlo, abrió un pequeño tarrito plástico, desarmó un envoltorio de algodón y de ahí adentro emergió una cabeza de lagartija perfecta, de piedra, con todas sus partes a la vista y hasta los diminutos dientes afilados. Era Taytalura alcoberi en persona, el "bichito" que acaba de marcar un antes y un después en la historia de la ciencia y que llena de orgullo a quien lo descubrió, lo bautizó y, desde ahora, lo hizo trascender.

  • Tierra fértil

El suelo de Ischigulasto es pródigo en hallazgo de fósiles, al punto tal que allí fueron encontrados los restos de los primeros dinosaurios del planeta. Algunos de los de mayor renombre son Herrerasaurus, Eoraptor y Panphagia, además de antecesores de los mamíferos, como Ecteninion y Diegocanis.

  • Investigadores

Martínez encabezó el estudio del fósil y lo acompañaron otros paleontólogos: el brasileño Tiago Simões, de la Universidad de Harvard (EEUU); la brasileña Gabriela Sobral, del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart (Alemania); y el argentino Sebastián Apesteguía, de la Universidad Maimónides (Argentina).