En familia. Leo y Sabrina, junto a sus hijos Tomás y Santiago, son devotos de la Difunta Correa y van seguido.

Un puente entre los fieles que no pueden asistir al santuario y la Difunta Correa. Eso es Leonardo Gerarduzzi, una especie de delivery gratuito que ofrece un servicio inédito: lleva al paraje de Vallecito pedidos, intenciones y agradecimientos de creyentes de otras jurisdicciones o de sanjuaninos que por algún motivo se les imposibilita ir.

"Siempre he tenido intenciones buenas, me gusta generar cosas positivas que por ahí no cuestan nada. Antes les llevaba ropa y alimentos a los niños del pueblo y ahora se me ocurrió esto. Me parece una gran manera de ayudar, no sé cómo nadie lo ha hecho antes", dice el protagonista de esta historia, un maestro mayor de obras y productor asesor de seguros de 41 años que vive en Rawson con su esposa y sus dos hijos. Con la compañía de ellos tres el pasado sábado puso en marcha la campaña solidaria. El Ford Ka salió sobre las 9, cargado con la familia, un equipo de mate y los primeros cinco deseos de desconocidos que lo contactaron por Facebook, donde dio a conocer su nueva actividad.

Leonardo cuenta que se le prendió la lamparita el lunes de la semana pasada, muy temprano, mientras tomaba un café en su casa y repasaba los posteos de los grupos vinculados a la Difunta Correa. "Vi muchos pedidos y como con mi familia somos devotos y vamos seguido, se me ocurrió que podía ser un puente para que los deseos de la gente no se queden sólo en la red y puedan llegar al santuario", explica.

"No soy ningún intercesor de Deolinda... sólo soy un puentecito que acorta las distancias”. Leonardo Gerarduzzi - Mensajero de promesas

Ese sábado, pasadas las 10, la familia arribó al paraje caucetero y Leonardo se encargó de subir las escaleras y dejar los deseos, escritos por él en papelitos individuales, junto a la imagen de Deolinda. También encendió velas e hizo videos para enviarles luego a sus primeros complacidos. Uno de los encargos, por ejemplo, era de un hombre de Bahía Blanca que le pedía a la Difunta por la salud de su hijo. Al igual que él, el resto de los creyentes encontró en el rawsino una forma de llegar a la santa popular sin la necesidad de viajar. Y él, a su vez, siente su corazón satisfecho: "No cuesta nada hacerlo y uno se siente muy bien, pleno. En los tiempos que corren, la movida solidaria que sea viene bárbaro". Ahora planea regresar el 8 de febrero, con los nuevos deseos que ya recibió, y su intención es viajar dos veces cada mes.

Como buen sanjuanino, Leo, como lo llaman en su entorno, conocía la historia de Deolinda y varias veces había ido al paraje con sus padres. Sin embargo, no era creyente. Eso cambió en el 2007, cuando en unas vacaciones en Mina Clavero conoció a Sabrina. Empezaron a chatear y para Semana Santa de ese año regresó a Córdoba. Entre las tantas conversaciones había estado la historia de la Difunta Correa y fue la novia la que le pidió que no se separaran. Desde entonces son marido y mujer, trajeron al mundo a Tomás (14) y Santiago (6), y son devotos de la cumplidora.