A orillas del Dique de Ullum, con la mente en blanco, Pablo Rodríguez esperaba el pique. Pero un avión descendió, se movió cerca del agua y lo hizo pensar. Eso le recordó a su hermano piloto, quien hacía casi 40 años había muerto carbonizado en Albardón, tras intentar aterrizar. De golpe, como si ese recuerdo hubiera sido un presagio, la nave de la Fuerza Aérea que tenía enfrente tocó el agua, se elevó pocos metros y se sumergió por completo. Rodríguez no pudo hacer más que llamar a la Policía: los 3 tripulantes habían muerto. Eso sucedió hace exactamente 27 años y fue la mayor tragedia registrada en el embalse.

“Era un día muy frío. Nos llamaron por teléfono para informar del accidente. Pensamos que era una broma, no podíamos creer que eso hubiera pasado en el dique. Pero fuimos a ver y tuvimos que iniciar la búsqueda de los pasajeros”, recuerda ahora el ex bombero José Chicahuala, quien buceó para rescatar los cuerpos y las piezas del avión. Justamente, una de las personas que avisó sobre lo sucedido aquel 14 de agosto de 1985, fue Rodríguez. Su testimonio fue plasmado en la edición del día siguiente de DIARIO DE CUYO.

Quienes iban en el avión de entrenamiento de la Fuerza Aérea con asiento en Mendoza eran Marcelo Peñale y Héctor Bruno, piloto y copiloto mendocinos, y Hugo Riveros, mecánico suboficial sanjuanino. Ellos comenzaron a surcar el cielo local antes de las 11, realizaron el ejercicio previsto y reportaron que volverían a Mendoza. Pero, nunca se sabrá el porqué, no siguieron la ruta prevista.

Antes de volver, la nave pasó por el dique y fue cuando el pescador la vio. Según su testimonio, el avión pasó cerca del agua, regresó al Oeste casi tocando los árboles y volvió. Rodríguez creyó que quería acuatizar, pero el estampido que se oyó cuando el avión se asentó quebró su sospecha. El impacto hizo que la nave rebotara y se elevara antes de hundirse. Él observó todo con la boca abierta, sin poder hacer nada. Después corrió a buscar a la Policía.

Según recuerda Chicahuala, el avión cayó unos 200 metros hacia el interior del espejo desde donde ahora se puede ver las ruinas de la bodega Las Lomas. “Los mendocinos estaban enredados en sus paracaídas, fuera del avión. El sanjuanino estaba en el interior”, cuenta. El equipo de rescate, integrado por unas 20 personas entre las que había buzos particulares y de Bomberos de San Juan y de Mendoza, halló primero el cuerpo de Riveros. Fue un día después de la tragedia, pasadas las 15. Unas 3 horas después hallaron los restos de Peñale. El cuerpo de Bruno fue localizado al día siguiente. Pero el trabajo no terminó. La tragedia más importante sucedida en el espejo de agua demandó que el grupo continuara buceando dos semanas más, para sacar cada una de las partes del avión tal como si fuera un rompecabezas.