Todavía no sonaba el despertador y Matías Zárate ya estaba despierto. Ansioso, esperó que Mirta, su mamá, lo ayudara a levantarse. El de ayer no fue un día más para Matías, que tiene parálisis cerebral. Iba a participar por primera vez del Maratón de la Amistad, una carrera que se hace desde 1996 y que está organizada por la Escuela de Educación Especial Carolina Tobar de García.

En pocos minutos, el muchacho se instaló en la movilidad que lo lleva diariamente desde Pocito a la escuela. Pero esta vez, el destino fue diferente. Tanto era el entusiasmo por participar, que fue uno de los primeros en llegar a la Biblioteca Popular Sur, que fue el punto de partida del maratón. Pero Mirta no se quedó atrás con el entusiasmo. "Es la primera vez que acompaño a mi hijo en una actividad como esta. Será un desafío para los dos", dijo la mujer.

Matías tiene 21 años y nació con parálisis cerebral. La consecuencia es que está postrado en una silla de ruedas y casi no puede hablar. Aún así, se hace entender a la perfección. Para Mirta la convivencia con su hijo es un desafío diario. Cuando Matías nació, ella trabajaba en una fábrica. No fueron fáciles los primeros tiempos. Mirta tenía que coordinar su horario laboral con las terapias de rehabilitación y además atender a sus otros hijos. "Tuve suerte porque en la fábrica me daban permiso. Pero tuve que dejar de trabajar para dedicarme a él", contó.

Sin embargo, el gran cambio de Matías lo vino a notar hace poco. Es que desde que va al Hogar Huarpe, una institución destinada a rehabilitar chicos discapacitados, el muchacho pegó un salto en su evolución. "Hasta antes de entrar al hogar usaba pañales descartables y se arrastraba. Ahora puede estar sentado en una silla de ruedas sin caerse y puede comunicarse mejor. Además hizo muchos amigos", dijo la mamá, mientras empujaba con fuerza la silla de ruedas por el medio de la calle Mendoza.