La cita era para las 11 de la mañana y, a esa hora, Ana Galleguillo, la presidenta de la unión vecinal de Villa Maturano, de Capital, ya estaba ansiosa esperando la camioneta que traía las bolsas económicas de verdura de la Feria Municipal de Capital. Unos minutos después empezaron a llegar algunos vecinos apurados para no perderse la oportunidad que llegó hasta la puerta de sus casas. Con sólo 8 pesos pudieron comprar 7 kilos de diferentes verduras y la sorpresa es que la bolsa traía algunos productos extra dentro de la promoción.
Al kilo de zanahoria, el kilo de camote, el alcaucil, el kilo y medio de papa, kilo y medio cebolla y kilo y medio de zapallo, se sumó un paquete de cebolla de verdeo y otro de espinaca. Y todo el combo fue entregado a menos de la mitad del precio habitual, porque, de acuerdo a los precios normales de la feria, el conjunto de esas verduras suman 16,50 pesos.
Se trató de una campaña encarada por algunos puesteros de la Feria de Capital para llegar a los sectores más necesitados. Para eso, dejaron toda la mercadería ofrecida a precio de costo y hasta estuvieron analizando la posibilidad de bajar el precio de la bolsa, ya que pensaban que la verdura iba a bajar. "Pero no se pudo porque los precios siguen igual, incluso hay escasez de cebolla y está aumentando el costo. Lo mismo le agregamos algunas cosas", dijo el director de la feria, Juan Manuel Galván, quien acercó las verduras al lugar personalmente junto a un puestero, el fletero y dos ayudantes.
La entrega fue en la plazoleta de la villa. En sólo unos instantes se amontonó un grupo de amas de casa, padres, abuelas y niños mandados por sus madres, alrededor de la señora Galleguillo. Le pedían impacientes, con plata en mano, los bonos para canjearlos por la bolsa. Eran los mismos papeles que ofrecieron a fines del mes pasado para que los clientes de la feria compraran la oferta y que estarán allí nuevamente el lunes y martes que viene.
El flete con carteles de la promo traía unas 60 bolsas de verduras y quedó vacía en menos de 15 minutos. Con sus bolsos de hacer las compras, las mujeres se concentraron en la calle en una especie de batalla silenciosa para no perderse la oportunidad. Aunque cedieron el honor del primer lugar a "la abuela", como le decían cariñosamente. Después sí se apretaron de nuevo para llevar una bolsa a la casa. Y, luego de la breve revolución, la calle otra vez quedó vacía como si nada hubiera pasado.