Las ruinas del antiguo pueblo muestran todavía las dimensiones que tenía la aldea.

Se puede reconocer las calles y algunos cimientos de edificios. Las ruinas de la Colorada todavía se extienden en un amplio sector del pendiente del cerro. Las minas de Cantarcillo están cerradas y no hay recorridos turísticos en el sector porque recorrerlas es muy peligroso por la cantidad de piques y socavones que hay. Estos yacimientos fueron descubiertos de casualidad por el arriero Juan Godoy, que estaba cazando guanacos en 1832. Fue uno de los yacimientos minerales más fabulosos del mundo de principios del siglo XIX.