Desde los 17 años trabaja en el taller de costura de su madre, ayudando con el diseño y confección de diferentes prendas. Hoy, tres años mayor, le dio un giro inesperado a su oficio. Comenzó a confeccionar barbijos tanto para clientes particulares como para colegios y empresas. Se trata de Rocío Oviedo, quien dijo que le provoca emoción coser para contribuir con la salud de los sanjuaninos.


La cuarentena perjudicó el trabajo en el taller y hubo que buscar una alternativa para sobrevivir. Y la confección de barbijos fue la opción elegida que, en primera instancia, surgió con un fin solidario. "Los primeros barbijos que confeccionamos los donamos al Hospital Marcial Quiroga y al Hospital Cantoni, de Pocito. Y gustaron tanto nuestros barbijos por ser cómodos, suaves y seguros que decidimos comenzar a confeccionarlos para vender. Pero, más allá de que esto nos ayudó con la economía familiar, fue una recompensa para el alma. Me emociona saber que hago prendas que pueden salvar la vida", dijo Rocío.


La joven contó que sus primeros clientes fueron amigos y vecinos, pero que de a poco sus barbijos comenzaron a tener mucha difusión y se amplió la demanda. Hoy también provee a revendedores y hasta realiza estas prendas con diseños particulares. "Con la vuelta de las clases presenciales pensé en hacer barbijos escolares, especialmente para los chicos que van a colegios privados. Y esta propuesta fue exitosa porque hasta docentes y preceptores los compran. Los confecciono en el color correspondiente al uniforme de cada colegio y coloco el logo sublimado por lo que también le doy trabajo a la gente que realiza esta técnica", dijo la chica. Rocío agregó que gracias a este toque, ahora también hay empresas, medios de comunicación y casinos que le compran barbijos por cantidad para que usen los empleados.