Un fenómeno popular pocas veces visto. Una especie de histeria colectiva sin precedentes. Miles de sanjuaninos buscando el milagro a manos de un hombre que, a simple vista, no parecía especial. Pero lo era. A finales de la década del 60, José Morriello se convirtió en un figura sin explicación. Cada visita a la provincia desataba la locura de todos. Pocos resistían la tentación de intentar sanarse buscando soluciones que la medicina tradicional no les había podido otorgar.

Oriundo de Santa Fe, pero radicado en Mendoza, Morriello visitó San Juan varias veces. Y el fenómeno crecía con cada llegada. Hasta médicos y sacerdotes se rendían a sus pies. Querían verlo, acercarse. Es que según se creía, con una simple presión de sus manos en la frente de los enfermos alcanzaba para ‘curarlos’.

Era fácil caer en un juicio valorativo, dudar de los poderes que presumía. Sin embargo, no dejaba de asombrar el paso de una multitud empapada de esperanza y fe. Un camión ubicado sobre calles Mitre y España, con tres mil personas esperando, soportando un calor casi inhumano, la opresión del aglomeramiento, sólo para poder recibir la bendición, fue el inicio de la travesía. Se escuchaban llantos, quejas, gemidos. Sin detenerse, ‘Don José’ trazaba señales sobre la gente. Lo hacía con el dedo mayor, utilizando tanto la mano derecha como la izquierda.

Personas con todo tipo de discapacidades se acercaban: con bastones, sillas de ruedas, muletas, ciegos. Otros con problemas no detectables a simple vista, pero con rostros cargados de angustia, evidenciando un malestar profundo.

Una multitud para ver a Morriello.

Morriello parecía tener preferencia por los niños, ya que sus manos se dirigían más frecuentemente a las cabecitas que sus papás levantaban con sus brazos para que se pudieran acercar. Los reportes de la época señalaron un hecho insólito. Un bebé de unos tres meses fue pasado de mano en mano por encima de la multitud hasta llegar al sanador. Luego, estuvo unos 15 minutos con extraños porque no podían dar con sus padres. Hasta que, a unos 20 metros del camión, apareció la mamá desesperada.

¿Qué decía Morriello sobre la imposición de manos? “Esto es como una marca que hago en la gente. Luego los poderes siguen influyendo sobre ellos. Es suficiente que la mire o la toque  y seguramente sentirá mejoría en sus males”, expresaba. “Todo comenzó durante una cena de hoteleros. Empecé a sentir un sueño terrible, superior a mi voluntad. Me quedé dormido, los que estaban conmigo pensaban que me había desmayado. Me tendieron en un sillón y me tomaron el pulso, hasta que comencé a hablar”, contó.

José Morriello.

Sus primeras palabras, aun estando dormido, dejaron boquiabiertos a todos los presentes. “Escuchen, tengo que hablar. Están en presencia de uno de los seis José. Un ser destinado a estar bajo el control de nuestra fuerza. La misión es transmitir la consecutividad de Jesucristo. Él transmitirá nuestro poder”, comentaron quienes lo vieron.

Al parecer, luego despertó con una sonrisa. Una mujer que lo oyó, se acercó a pedirle que la curara. Le dijo que le tocara la frente, y así empezó. “Mi vida se transformó totalmente, La gente comenzó a buscarme todo el día y yo no podía negarme. Gente que no conocía venía a agradecerme llorando y me abrazaban. Hasta me ofrecían pagarme, pero no puedo aceptar eso ni regalos. Me han ofrecido cualquier cosa”, dijo en una entrevista concedida a DIARIO DE CUYO el 1 de octubre de 1968.

Los casos asombrosos

“Milagro, milagro, gritó el gentío. Hombres, mujeres y niños se abalanzaron sobre José Moriello y lo cubrieron de abrazos, besos y abrazos. Una niña de 7 años había dejado sus muletas y comenzaba a caminar con pasos seguros. Fue un torbellino de gente que festejaba que festejaba con risas y lágrimas el triunfo de una fuerza poderosa sobre la desgracia, la enfermedad”, relataba la crónica.

El hecho había sucedido en el interior de la Villa del Carril, ante miles de personas. El hombre la vio en la fila, la llamó y le dijo: “dejá las muletas, caminá”. Y sucedió.

Con apenas 31 años sobre sus espaldas y mecánico de profesión, era protagonista de misteriosas sanaciones que se daban uno tras otra.

Otro de los casos que causó sensación fue el de una empleada del Hospital Rawson que recuperó totalmente la visión. La mujer había sufrido un accidente doméstico por el que quedó prácticamente ciega. Sin hallar soluciones en oftalmólogos, acudió a Morriello. Un fuerte dolor de cabeza y el milagro. Pudo volver a ver, sin mayor explicación.

Y los casos no se detenían. Juan Piccone no caminaba desde hace cuatro años y lo consiguió gracias a “Don José’. Incluso, una mujer llegó desde Tucumán buscando la curación de su hijo de 9 años, quien presentaba parálisis parcial, sin poder hablar ni caminar.

Y si bien las supuestas sanaciones se reiteraban, Morriello no era bien visto en algunos sectores de la sociedad. De hecho, fue detenido en Mendoza por ejercicio ilegal de la medicina. Sin embargo, por el clamor popular tuvo que ser liberado y continuó viajando, atendiendo gente.

En búsqueda de la explicación

A medida que todo se expandía, médicos y científicos comenzaron a analizar el fenómeno psicosocial que estaba ocurriendo. “Gran parte de las enfermedades tienen origen psíquico: la angustia, la tensión, la ansiedad y la fatiga son cargas mentales que terminan afectando los órganos”, dijo un profesional tratando de brindar una explicación.

La Iglesia también intentó dar su posición. A través de un comunicado, el obispo Ildefonso María Sansierra señaló que “en cuanto a los presuntos hechos prodigiosos, la Iglesia nunca se pronunció durante la vida del que los realizó” y que “como dice la Sagrada Escritura, Dios puede conceder dones naturales de curación y la Iglesia no los desconoce”. “Jamás se rechazará a quien verdadera, sincera y evidentemente adornado por Dios de tales dones, los emplee en bien del pueblo”, sostuvo por entonces.

Lo cierto es que la gente que se acercaba, no necesitaba explicaciones sino una solución a sus problemas. Y crease o no, la encontraban. ¿Sugestión? Es probable, pero lo cierto es que miles de sanjuaninos hallaron una cura a sus males en las manos de Morriello. De hecho, realizó una especie de “gira” por la provincia, visitando cada departamento. Y la postal se repetía cada vez. Miles de sanjuaninos curados y agradecidos.