En el año 2013 arrancó con la misión de repartir ilusión y alegría a los más chicos. Y pese a tener más edad y menos recursos que en sus comienzos, igual se propuso continuarla este año. Se trata de Daniel Cuello, de 55 años, quien en cada Navidad se viste de Papá Noel y sale a recorrer barrios de Caucete para entregarles regalos a los niños más humildes con la intención de arrancarles una sonrisa. Este año, debido a la inflación, se vio obligado a recurrir a la colaboración de la gente. Pide donaciones de golosinas y de juguetes nuevos o usados, pero en buen estado, a cambio de un premio. A cada colaborador le entregará un número para el sorteo de regalos.

Daniel Cuello dijo que ni el coronavirus, que lo tuvo internado por 22 días, lo detuvo. Contó que la Navidad 2020, pasada la medianoche, salió a dejar los regalos en las veredas de las casas del Barrio Área II donde vive para que los chicos, que esperaban pegados a las rejas, luego salieran a recogerlos. Nunca pensó que la economía sería la que pusiera en riesgo su misión. "Con la inflación y la suba de precios cuesta cada vez más comprar los regalos como hacía en un principio para repartirlos entre los chicos de mi barrio y de los barrios aledaños. Sigo trabajando de técnico de cable y fibra óptica como cuando inicié la campaña navideña, pero la situación económica es muy distinta. Siempre conté con la colaboración de mis 7 hijos, pero ahora está difícil para todos. Pero vamos a poner todo el esfuerzo para seguir con la misión y expandirla. Este año, además de algunos barrios, Papá Noel visitará a los chicos que estén internados en el Hospital Félix Aguilar. Por eso necesita la ayuda de todos los que quieran colaborar a cambio de participar del sorteo de algunos premios", dijo el hombre.

Desde niño, Daniel estuvo muy vinculado a la Iglesia, participando en diferentes actividades religiosas y solidarias. Incluso quería ser sacerdote, pero luego entendió que también podía seguir los "pasos de Jesús" desde otro lugar. Este fue uno de los motivos por los que se hizo scout y por los cuales aún continúa en este movimiento. "Para mí y para mi familia es muy reconfortante ayudar a la gente que más necesita, pero también el poder mantener viva la tradición y la ilusión de que Papá Noel existe. Lo más reconfortante es ver la cara de asombro y la alegría de los chicos cuando me ven aparecer. Incluso hasta los grandes se llevan una linda sorpresa. Esa es nuestra gran recompensa", dijo Cuello.

Este Papá Noel ya desempacó el traje que durante el resto del año permaneció guardado en el placard. Se lo donaron hace 10 años, y ya necesita algunas reparaciones para solucionar daños ocasionados por el paso del tiempo. Faltan más de 20 días para la próxima Navidad, pero a él le gusta comenzar a prepararse con bastante anticipación para no tener fallas. Y en esta parte previa de la misión también participa toda la familia, comandada por Yohana y Analía, dos de sus hijas que siempre lo acompañaron en esta "linda locura". Cada año, ellas se encargan de clasificar los regalos por edad y por sexo, de empaquetarlos para la entrega y de cargarlos en la vieja moto de su padre que hace de trineo.

Para ellas, la gran recompensa también es ver el entusiasmo de los niños con la llegada de Papá Noel. "Los niños de nuestros barrios ya saben que mi papá es el Papá Noel que los visita. Por eso, en Navidad, pasada la medianoche, algunos se paran frente a nuestra casa esperando que salga con los regalos. Cómo será la ilusión que genera en los chicos que hay vecinos que les compran los regalos a sus hijos, pero que se los dan a mi papá para que él, vestido de Papá Noel, se los entregue en Navidad. Esto es realmente reconfortante, más cuando nos toca vivir momentos duros en nuestra familia", dijo Yohana.

Sólo en el 2017, Daniel Cuello suspendió su misión navideña. Fue por una causa "muy dolorosa". Falleció su nieto de 4 años. Pero al año siguiente volvió a ponerse la barba blanca y el gorro rojo para seguir su misión en honor al "nuevo angelito".