Roberto Vega, propietario del Hotel San Francisco, reconoció que la vida no dejó de sorprenderlo en el año de la pandemia. Si a principio del aislamiento social conoció a dos personas en situación de calle que hoy residen y son parte del staff del hospedaje, a los que llama sus hermanos de vida, se puede decir entonces que se agrandó la familia con el arribo de Angelina Storniolo, quien a sus 100 años ya cumplidos contagia las mejores sensaciones por su humor y vitalidad.

La mujer que dijo haber nacido en Italia el 19 de agosto de 1920 y a los dos años se radicó en San Juan vivía con su hermana, fallecida recientemente. Por eso, hace poco más de un mes un sobrino la trasladó hasta el hotel, su nuevo lugar de residencia, donde dice sentirse muy a gusto por la atención que recibe.

Con el correr de los días, Roberto vio mucho más que un cliente en la mujer que ya enviudó hace años. Y al notar que no la visitaban familiares, fue asumiendo otros compromisos. por ejemplo, alguien la acompaña para que salga a caminar y un médico amigo le realizó un chequeo. “Me dijo que ella está mejor que cualquiera de nosotros”, resumió con una sonrisa.

Nuevo vínculo. Roberto y Angelina.

“Como dice que se aburre, nos ayuda en alguna tarea sencilla”, indicó el hotelero, sorprendido por “las ganas que tiene de hacer y ayudar” Angelina, quien se recibió de profesora de corte y confección… hace 82 años.

La centenaria mujer dijo que se siente como en su casa y Roberto se alegró. El le propuso entonces hacer una celebración y ella accedió con una condición: “con música para bailar”. Y Roberto solo pudo reír.

Nos encariñamos. Sus ganas de vivir a los cien años  es lo más lindo, decís ‘guau’. Uno a veces anda preocupado y la familia que se está formando… ya conocí este año a Darío y al Chaqueño y ahora a Angelina. Estoy muy contento por compartir con personas con un corazón tan grande y con las ganas de salir adelante, dando lo mejor de cada uno”.

Unidos. El Chaqueño, Angelina y Darío. Los tres llegaron al hotel porque no tenían un lugar para vivir. Por su predisposición, hoy son parte del staff y se apoyan mutuamente.

Con el vínculo que establecieron, Angelina ya le confesó el temor que no puedan pagarle la tarifa mensual. Y Roberto le aseguró que no se preocupe, que la considera parte de la familia y que no la dejará en la calle. “Es que hay una familia nueva que se va formando. Somos unos niños grandes que aprendemos de sus ganas de vivir”, concluyó.