“Soy el diablo”, respondía el Alvarito cada vez que golpeaba la puerta de su blanco y del otro lado le preguntaban quién era. No llegaba a los 15 años ni al metro cincuenta de estatura, cuando el muchacho, que engrosó los archivos más oscuros de la historia delictiva de la provincia, ya tenía su propia banda. Según los relatos policiales nunca le tembló la mano a la hora de empuñar un arma y murió como vivió: a puro fuego. El Alvarito nació en un hogar humilde y honesto, pero eligió otro camino, según dijo su propia madre hace una década. Las crónicas policiales de la época cuentan que su carrera delictiva la comenzó a los 10 años, en la década de los “80, cuando en la provincia reinaba la tranquilidad y hasta ese momento no se había registrado ningún antecendente de una banda de delincuentes conformada por menores. A partir de los 12 años su derrotero creció de manera feroz. Pasó por un Instituto del Menor en Mendoza, por matar “accidentalmente” a su novia y luego se fugó. Su banda criminal hizo historia y se la conoció como la Banda del Alvarito. Estuvo integrada por “Huguito” Puebla Rodríguez, Adolfo “El Perro” Garrido y “El Chocolate” González. Fue en 1988 cuando al intentar robar una camioneta en la Ruta 40, la banda mató al policía Angel Soria y lo arrojó al río. Su cuerpo nunca fue encontrado. Por eso fue a la cárcel y a los 4 meses el Alvarito se fugó. El 20 de junio de ese mismo año, la Policía dio con él y, tras un tiroteo, lo acribilló a balazos.
