-¿Hace cuánto que está vinculado al sector minero?

-Trabajo en minería desde antes de recibirme en Geología. Participé en una campaña antártica de exploración en Isla Livingston, Shetland del Sur y con Fabricaciones Militares, en Famatina (1983). Estuve a cargo de las tareas geofísicas de Fabricaciones Militares (1985-1991) y luego en forma independiente, en el desarrollo, promoción y venta de proyectos mineros en Mendoza (Don Sixto y Los Petisos). En San Juan, participé en las primeras etapas de exploración de Gualcamayo (1984).

-¿A qué se dedica actualmente?

-En los últimos tres años me he especializado en comunicar minería, con experiencia en medios gráficos, radio y televisión, tanto en Argentina como en el exterior. Elaboro contenidos técnicos y hago difusión de la actividad entre funcionarios de gobierno, cámaras empresarias, recursos humanos de las empresas y público en general.

-¿De qué manera ha participado de la difusión de la minería sostenible?

-Aparte del diseño de contenidos técnicos, he colaborado en medios gráficos y participado en un ciclo de radio semanal, contestando preguntas del público en una radio de Esquel durante algunos meses, además de salir en radios de Mendoza, Salta, San Juan, Buenos Aires, La Rioja, Chaco y Ecuador. También realizo exposiciones en distintos medios en Ecuador y Colombia. Hay que informar, explicar y contener, para resolver las dudas y temores de la comunidad ante una nueva actividad.

-¿A qué se refiere cuando habla de la utopía ambientalista?

-El pensamiento verde de algunos construye una “utopía ambientalista”, que nos propone detener el progreso y vivir en un “paraíso” pre-científico, bucólico, con la promesa de un mundo limpio, sin industrias, progreso, ni desarrollo. Nos plantean un futuro que se parece al anteayer; esa es su utopía, vivir en el subdesarrollo, y encima, estar felices con eso.

-¿Esta utopía ambientalista tiene a su entender algún fundamento científico?

-No, no tiene ningún tipo de base científica ni ejemplo alguno que se aproxime a sus promesas. Nos piden que renunciemos a nuestra potencialidad, como país, como sociedad o como personas, a cambio de un imaginario bienestar y equilibrio con el medio ambiente. Olvidan que somos más de 7.000 millones de personas que merecemos vivir dignamente. Y olvidan que existe la tecnología para poder hacerlo en forma amigable con el medio ambiente.

-¿Cómo se revierte esto?

-Sólo podemos oponernos a una utopía instalando otra utopía. Una utopía que prometa un futuro mejor, con ejemplos concretos, fundada en bases reales y científicas. Es la utopía del desarrollo ambientalmente sostenible con participación de la comunidad. Debemos canalizar la participación de la comunidad hacia la construcción de la utopía del desarrollo, instalarla y hacerla realizable. Debemos comunicar que participar no es impedir, participar es ser parte, es ser protagonistas del desarrollo sostenible.

-¿Cree que existen muchos mitos ambientales en torno a esta industria?

-Los mitos se construyen con la repetición, se alimentan de desconocimiento, creencias, sentimientos, hasta ideología, y se expresan con frases sencillas, repetibles, panfletarias. Citando a Daniel Soler, “comunicación es simplificación, de tanta simplificación se llega al borde de la mentira, algunos nos manejamos con frenos de valores, ética, conocimiento y compromiso, y otros no”. El discurso ambientalista ha pasado ese límite, e instala falsos eslóganes.

-¿Qué se debería hacer para desmitificar la minería?

-La realidad tiene matices, requiere información, razonamiento. Debemos comunicar para refutar esos mitos, explicando, aclarando e informando, en un marco de transparencia, diálogo y respeto. Debemos trabajar sobre la percepción de la minería, debemos comunicar, para dar sustento social a la actividad y motivar a nuestros recursos humanos, dándoles argumentos para defender con convicción su fuente de trabajo.

-¿Por qué cree que en Mendoza no se consigue el aval para desarrollar la minería?

-El tema del aval, o “licencia social”, es confuso. En la interna peronista mendocina del año pasado, había dos candidatos, uno abiertamente antiminero, y el actual gobernador, que en ese momento era considerado, e incluso “acusado” de prominero. El antiminero obtuvo cerca del 12,5 por ciento de los votos, una derrota aplastante. Esos números indican que la minería tiene “licencia social” en Mendoza. Sin embargo, el ruido que generan unos pocos, pareciera indicar otra cosa.

-¿Usted dice que en realidad los antimineros son pocos o menos que los promineros?

-En realidad, los antimineros activos son pocos, pero hacen mucho ruido. Cortan calles, escrachan, pintan, rompen y tienen prensa. Y algunos políticos les tienen miedo, no los quieren en la calle o manifestando frente a la Legislatura. Y otros políticos usan el discurso antiminero para hacer demagogia y oposición política. Con la firme decisión política del gobierno, o de algunos intendentes y legisladores, podemos tener minería en Mendoza, y parece que el momento está llegando.