"Cuando comenzó el Covid-19 allá por marzo, no podía entender mucho o casi nada debido a que no tengo experiencia en pandemia, este año comencé la universidad y me negaba a que semejante experiencia tuviera que ser a través de una pantalla. Muchas expectativas puse en ese paso importante, es más hasta los primeros días de cuarentena había elegido una carrera y con el encierro me cuestioné mucho acerca de esto y, cambie mi decisión. Luego recordé las experiencias vividas en sexto año y me daba mucha alegría pensar en que pudimos realizar todo lo que ese último año trae aparejado, experiencias que jamás se olvidan; la entrega de campera, el último primer día, la fiesta de egresados, el after, el viaje a Bariloche y como si fuera poco los amigos, parte fundamental en la vida. Volviendo a la cuarentena al principio comencé ayudando en mi casa con tareas que jamás había hecho: cortar el pasto, hacer de comer, sacar la basura, entre otras; pero los día pasaban y llegó el momento de cursar, otra historia en casa por las computadoras en uso. No poder estar cara a cara con el profesor, no tener idea de quiénes son tus compañeros, entender una clase online, buscar la bibliografía, cosas que todos los estudiantes de universidad seguro pasaron igual que yo. 


Los amigos no los vi por largo tiempo, así que empecé a entrenar en casa con un par de aparatos que tenemos, corría en el jardín ya que soñaba con volver a mis partidos de rugby y fútbol. Pero no es lo mismo entrenar en casa que afuera con la pelota. Mi estado de ánimo cambió mucho y se notaba con diferentes humores. La verdad que en cuanto pudimos hacer más cosas en San Juan, fue un gran alivio porque siendo ya consciente de la pandemia, valoramos mucho los asaditos con amigos, las visitas aún sin tener fútbol, buscamos otras maneras de sentirnos a gusto. Un par de meses nos duró esto hasta que finalmente tuvimos la propagación del virus en la provincia. ¡Lamentable! Otra vez sin amigos, familia, afectos y el encierro que cada vez se hace más insoportable", contó Juan Ignacio de 18 años.


La cuarentena nos afecta a todos. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de lo que pueden estar viviendo los adolescentes, con todo lo que implica ese período de la vida, durante la cuarentena. Una nueva investigación detectó que los adolescentes podrían ser más susceptibles a los efectos negativos del distanciamiento físico durante la pandemia de coronavirus, ya que están transitando un período de mayor vulnerabilidad: es en esa etapa de sus vidas donde la interacción entre pares es un aspecto vital de su desarrollo social. Esta conclusión es parte de un nuevo estudio realizado por investigadores de Gran Bretaña y los Estados Unidos, que fue publicado por la revista The Lancet. Los autores advierten que la adolescencia es un período sensible, ya que el entorno social y las interacciones con los compañeros son importantes para el desarrollo del cerebro, la salud mental y el desarrollo de un sentido de sí mismos. Ante este panorama es que consultamos al Lic. Héctor Daniel Castro, quien desde su experiencia como psicólogo puede orientarnos en el tema.



1) ¿Es la adolescencia la franja etaria con mayor sufrimiento frente al aislamiento social? ¿Qué sienten?

Es difícil decirlo, creo que las franjas que viven con mayor angustia el aislamiento son los extremos, los niños y los adultos mayores. En el caso de los adolescentes, esto dependerá de la situación por la que pase y los recursos con que cuente. El adolescente atraviesa una etapa donde vive un profundo duelo por la pérdida de su mundo infantil. Su cuerpo y fantasías de niño, van desapareciendo, la idealización de sus padres cae y comienzan a explorar el mundo adulto. En ese camino vive los avatares propios de un duelo. Cambios de estado de ánimo, soledad, desazón, etc. Este derrotero lo emprenderá con el grupo de pares, que son quienes le sirven de modelo de identificación y cumplen un rol fundamental en el descubrimiento del mundo adulto. Ese devenir ahora se complica, porque no pueden salir, el contacto con sus amigos es difícil, cuando no imposible, y también la salida a la realidad lo es.


2) ¿Qué pierden ellos en estos momentos?

Creo que se pierden los hitos que sirven para vivir y transitar esa etapa de la vida. Las salidas con amigos, las trasnochadas, las interminables horas hablando, la exploración del mundo, la búsqueda de la sexualidad, las fiestas, salidas al boliche, el viaje de estudio, el baile de egresados, etc. Todos esto sirven para que el adolescente transite su paso por esa etapa y le permita elaborar duelos y cerrar muchas cosas importante de la vida. Son especies de ritos impuestos culturalmente. Que ahora no se pueden llevar a cabo. También, la búsqueda de grupos de identificación, como las tribus (raperos, skaters, instagramers, etc.) sirven como parámetro y contenedor para comenzar a transitar el mundo adulto. 


3) Otra de las características de la adolescencia es la gran energía corporal y la necesidad de su vehiculización y descarga a través del cuerpo. ¿Qué pasa cuando el espacio para esto está ausente? 

Al inicio de la prepubertad, con el cambio hormonal y aparición de caracteres sexuales secundarios, es donde se inicia el camino de crecimiento, del erotismo y la excitación sexual, que inicialmente no son entendidos como tal, pues un niño no tiene mente erótica. Por eso, aquello que el púber siente, pero no puede descifrar simbólicamente, se termina convirtiendo muchas veces en angustia, cambios abruptos en el ánimo, conductas impulsivas, entre otras más. Por eso el cuerpo cobra relevancia para un adolescente, pues es escenario y actor al mismo tiempo. En él se expresan y también se vivencian sensaciones, deseos, impulsos, el nacimiento del erotismo y la concreción de la sexualidad. En aislamiento, todo esto se ve aplazado y a veces obturado. Estas expresiones a veces se mostrarán con decidía, confusión, mal manejo de las emociones, porque pugnan por salir en un plano que no puede ponerse en juego, que es el cuerpo.

4) ¿Cuáles son los síntomas que presentaron algunos durante la cuarentena?

Estamos viendo en la clínica más síntomas de ansiedad, angustia, algunos procesos depresivos y sobre todo, aplazamientos de elaboración y cierre de etapas, como la escuela secundaria o la elección de una carrera. La dificultad para conectarse con el cursillo de ingreso a la universidad, etc. Los adolescentes, también están aprendiendo a vivir y despedirse de su niñez de forma diferente. Con nuevos hitos. Se están reconfigurando, y es un trabajo arduo.



5) ¿Cómo evaluamos las horas frente a las pantallas? ¿Son las apropiadas?

La cantidad de horas que pasen frente a los dispositivos, se medirá en torno a la desconexión que le genere al chico de su realidad familiar. Quiero decir, no es lo mismo un chico que vive en un departamento, que no tiene posibilidad de salir, a aquel que vive en una casa con espacio para salir a hacer picar una pelota. Es difícil que un adolescente que no pueda hacer ninguna actividad, tampoco le permitamos que esté conectado con los amigos por las redes. Lo más importante es que la conexión virtual no interrumpa la conexión real, es decir con los momentos familiares que marcan la rutina diaria, como el almuerzo o el momento de estudio, por ejemplo. El mismo está en una transición entre la fantasía infantil y la realidad adulta y refugiarse en el mundo virtual, puede ser una defensa que le permita soportar la angustia de entrar al mundo más real.

6) ¿Hay muchas consultas de adolescentes en estos momentos?

Personalmente he recibido más consultas de orientación para padres. Ellos consultan no sólo por adolescentes, sino también por niños. Los papás acuden con preocupación frente a conductas de sus hijos, que muchas veces no representan anormalidad o patología sino, que son propias de la etapa de desarrollo. Pero antes, quizás el estar compartiendo horarios más reducidos, por el trabajo, la escuela, hacía que estas pasaran desapercibidas para los padres, cosa que en estos tiempos cambió. Además, también consultan por manifiestos cambios de ánimo y la sensación de desidia, dificultad para conectarse con rutinas y horarios. 

7) Una de las situaciones que más afectan a los adolescentes es no poder ver a sus parejas, en el caso de tenerlas. ¿Qué hacer con esto?

Es necesario que los adolescentes, (igual que los otros grupos etarios) puedan aprender a tolerar la frustración. Y, conectarse mientras dure el aislamiento por los medios virtuales, no deja de ser una solución. Porque eso además, les permitirá aprender a cuidarse y cuidar al otro. Todos los seres humanos debemos poder tolerar la ausencia y hoy en día, debemos reconfiguar el concepto de vínculo y de presencia. No es mucho lo que se puede hacer. Lo que hacemos todos, aprender a soportar la lejanía del otro. La realidad se impone.



8) ¿Cómo podemos ayudar los padres?

Es muy importante que los padres puedan pedir ayuda profesional cuando vean algún síntoma que sea llamativo en sus hijos, puesto que hoy, todos estamos asistiendo a una nueva configuración de la realidad, los vínculos y los adolescentes también lo están, entonces, es necesario leer las conductas en contexto, para poder dar respuestas más oportunas. 

9) ¿Qué recomendaciones les das a los padres para que puedan ayudar a pasar mejor sus días de encierro?

Fundamentalmente, que puedan ayudar a gestionar los sentimientos y sensaciones de sus hijos. Esto se hace, escuchando. Por ahí se escucha a menudo cuando alguien dice: "Estoy mal" y se responde: "No tenés que estar mal, tenés que salir adelante y hacer cosas. Ponéte a hacer algo y se te va a pasar"... Decir esas frases es la mejor manera de enseñar a descalificar los sentimientos y que el adolescente no pueda ser capaz de metabolizarlos. Es necesario sentarse, escuchar y preguntarle: ¿Qué sentís? para enseñar a que registre sus sentimientos y luego, ¿A qué crees que se debe esto que sentís? Esto es para que pueda ver si reconoce la causa. Y finalmente consultar, ¿Cómo puedo ayudarte para solucionar esto? De este modo es para que se sienta acompañado y poder ofrecerle una guía.


También establecer horarios, por ejemplo, que se levanten, desayunen, se vistan para recibir las clases virtuales, evitar que sigan en pijamas. Con esos pequeños actos diarios, marcar el paso del día. Buscar tareas para que colaboren. Darles tiempo para esparcimiento, que vean series, que hagan alguna actividad física si tienen espacio en la casa. Además, darles tiempo para su intimidad en su espacio para que pueda conectarse con sus amigos. 




Fuente: Lic. Héctor Daniel Castro M.P. 613