Dormir el tercio de la vida sería lo ideal para vivir mejor, y así fue hasta hace algunos años cuando todavía mucha gente dormía 8 horas diarias. Ahora las cosas cambiaron, y se calcula que más del 50 por ciento de las personas sufren trastornos del sueño que los lleva a padecer algún síntoma o enfermedad que no les permite tener una buena calidad de vida.
Desde una simple diarrea o cansancio hasta serias enfermedades psiquíatricas pueden tener su origen en la carencia de horas de descanso que el cuerpo-mente-espíritu necesitan para desarrollarse o al menos mantenerse.
Ana María Maffeis, neuróloga especialista en medicina del sueño, explica que "desde que nacemos sabemos que dormimos, pero desconocemos para qué sirve. Por supuesto que los científicos también estuvieron ignorando esto durante muchos años hasta que comenzaron a realizar los primeros descubrimientos. Al principio se observó que la que la gente que no duerme desarrolla rápidamente infinidad de enfermedades, desde un colon irritable (pasan de la diarrea a la constipación), hasta enfermedades psiquíatricas severas".
Hace varios años se detectó a través de estudios científicos que una persona privada del sueño durante más de 72 horas se vuelve irritable, comienza a perder la memoria, a desestructurar toda su conducta. A partir de eso los científicos empezaron a presuponer que la conciencia podía tener un centro orgánico y una ligazón con el sueño. Este punto está actualmente en investigación pero ya con adelantos considerables.
"Los biólogos y los neurobiologos comenzaron a estudiar las conductas animales hasta llegar a la de los humanos. Así a través de registros electroencefalográficos observaron que los patrones eléctricos del cerebro humano se modifican cuando entran en sueño y llegaron a descubrir que hay un patrón específico que el sueño cumple. No se trata de acostarse, poner la cabeza en la almohada, y ya está, si no que entramos a transitar otro tipo de vida. Es la etapa en la que el cerebro más trabaja", dice Maffeis.
La realidad estandarizada indica que las personas deben dormir unas 8 horas diarias, aunque algunas necesitan menos tiempo y otros más.
Esta cifra se ha modificado sustancialmente, de acuerdo con los estudios realizados por el neurobiologo, Daniel Cardinali, que indican que en el mundo se duerme un 25 por ciento menos aun cuando el ritmo biológico humano necesita más tiempo de descanso. Este cambio está vinculado al stress diario, al ritmo de vida, y las exigencias actuales.
Fases y registros
El sueño debe cumplir con etapas que son las que le permiten al cerebro realizar la tarea nocturna correspondiente. La primera, llamada sueño de inicio (liviano), tiene por objetivo que los músculos se vayan acomodando a esta nueva situación. Este proceso comprende la etapa uno y dos.
Luego viene el sueño profundo (lento) -etapa 3 y 4-, en la que el cerebro ordena toda la información, saca todo lo que no sirve y guarda lo que le hace falta para que una vez despierto lo lleve de inmediato a la conciencia. En esta fase disminuye la frecuencia respiratoria, el corazón queda en automático, los músculos empiezan a quedarse en un silencio absoluto y es llamada REM o MOR (Movimiento ocular rápido, sigla en inglés y en castellano). Es un sueño muy profundo, en el que cada persona sueña.
Para poder cumplir con este proceso es necesario dormir una cantidad de horas y con cierto perfil de sueño.
Actualmente a través de un hipnograma (resumen de una persona que durmió con sus diferentes etapas), se puede determinar cuales son los problemas existentes.
"A medida que va promediando la noche el sueño lento va ganando presencia, es cuando estamos profundamente dormidos o soñando. Ahora bien, ¿qué pasa cuando el cerebro no logra dejar al cuerpo en automático?. Ahí están los que fragmentan el sueño, los que oscilan en la etapa uno y dos, a veces pican en la tres y por cansancio y agotamiento logran soñar. Eso desestructura el sueño", explica la profesional.
El hipnograma surge de la aplicación de un software especial para hacer registros poligráficos, es decir que se realiza un electroencefalograma simultáneamente con un registro ocular, uno respiratorio (movimiento toráxico), y una serie de valores musculares que van desde el mentón, piernas, torax, y parámetros como la frecuencia cardíaca, oxígeno en sangre y se pueden agregar otros parámetros como la postura, micrófono para escuchar ronquidos, entre otros.
Para ello el paciente es conectado a la computadora por un método que no produce dolores ni malestares.
"Comenzamos hace algunos años haciéndolo en domicilio, pero en charla científica con otros profesionales coincidimos en que a veces se daban falsos positivos porque si bien la persona está en su entorno, con sus olores, con sus cosas, el hecho de entrar en una casa para permanecer toda la noche desequilibra la rutina normal y genera stress por alerta en los familiares y en el mismo paciente. Por ese motivo decidimos hacerlo solo en laboratorio, donde la posibilidad de error está estandarizada, el paciente llega sabiendo que es lo que se va a hacer, conociendo de antemano el lugar y seguro de que no es nada traumático", dice Maffeis.
Insomnio
Los trastornos más comunes que se observan en el sueño son dos: Insomnio y el síndrome de apnea obstructiva.
En el primero existen tres formas posibles: "insomnio de inicio", es decir aquella persona que le cuesta empezar a dormir; "insomnio de mantenimiento", quien duerme y a las dos horas (puede ser más o menos) se despierta; y el "mixto", que es la combinación de ambos.
La otra patología común, que finalmente conduce al insomnio es el síndrome de apnea obstructiva del sueño. Estos son los roncadores; los obesos que respiran mal durante la noche es porque el aire no pasa por obstrucción; los alérgicos (esto es muy común en San Juan), que hacen obstrucciones por mucosidades; los asmáticos, entre otros.
"En las consultas estoy viendo que se están dando muchas patologías de insomnio por el REM. Es decir que pacientes insomnes crónicos en los que el cerebro necesita llamarse a sosiego produce el comportamiento del soñar, aparece el REM pero sin la parálisis muscular necesaria. Son los sonámbulos, los que actúan el sueño, esto se ve cada día más porque se está combinando con los insomnes. Además provoca que se peguen otras patologías porque cuando no se duerme desciende la inmunidad de las personas, se producen trastornos endócrinos, más en esta zona geográfica que por naturaleza es hipotiroidea. A esto se suma la tiroiditis por autoinmunidad, patologías digestivas (colitis, colon irritable, constipaciones), las famosas digestiones lentas, la disfunción del aparato intestinal es muy común en estos trastornos", indica la médica.
En definitiva, al sueño hay que cuidarlo, ya que esto sumado a buenos hábitos alimentarios, se traducen en una buena calidad de vida.

