La Pericana, la mala de la película

Coyi Aguiar se pone en la piel de esta especie de reptil, con muchos aires de diva para encarar a la Pericana. Ella reconoce que no le costó interpretarlo, no sólo porque le encanta sino además por un detalle estético fundamental en este caso: maneja a la perfección los tacos desde chica, ya que en su historial laboral figura que a los 18 años se fue de San Juan para acrecentar su ya comenzada carrera en las pasarelas y a la vez estudiar teatro. Por ende, los tacos siempre fueron una herramienta de trabajo. Sin embargo, en Buenos Aires no todo fue estrellato. En plena crisis de los '90, tuvo que trabajar de cajera de supermercado en paralelo a modelar y ser cara de publicidades. Fue el amor lo que la devolvió pronto a la provincia. Aquí se casó y fue mamá de Luciano y Valentina (con quien actualmente tiene su propio spa).


Ella tiene casi asistencia perfecta en la Fiesta Nacional del Sol desde el 2012, con distintos personajes. Solo se ausentó en la del 2017. Pero en esta edición tuvo revancha: es por primera vez la protagonista.


"Me encanta hacer de mala, es un gran desafío. Esta vez soy joven, un tanto perversa y hasta me doy el gusto de volar haciendo aéreos", cuenta.


Guille, el curioso


No conforme con que el año pasado fue Baudilio niño en la historia de la Difunta Correa, en esta edición, redobló la apuesta en el escenario mayor. Martín Rojas esta vez será Guille, ese chico curioso por demás que, con su máquina de fotos al hombro y con sus características de un verdadero héroe de carne y hueso, se propone retratar a La Pericana para dejarla en evidencia. Para ello, hace todo tipo de peripecias hasta conseguirlo. 


"Por suerte mis papás y mis abuelos me contaron muchas cosas de su infancia, me mostraron fotos de los objetos con que jugaban o las golosinas que comían, la ropa que usaban. Eso hizo más fácil el trabajo, más allá de todo lo que aprendí de los directores de la fiesta", explica este chico de 11 años que comenzó hace 4 años a dar sus primeros pasos en la Comedia Musical, espacio que no piensa abandonar hasta ganar un Oscar, según se ha propuesto este alumno del Colegio Los Olivos que supo incursionar en la danza contemporánea, con éxito.


La abuela cómplice


Si Patricia Savastano tuviese que ponerle un nombre al personaje que le toca encarnar en este cierre de la fiesta, sería Serena, una entrañable abuelita de Guille y Alejandra -dos de los niños protagonistas- que, como cualquiera que le pone el cuerpo a ese rol familiar, es tranquila y un poco lenta (todo lo contrario a lo que es ella realmente) pero conoce secretos, es cómplice y no tiene las responsabilidades de los padres, por ende y como ella misma la define, los incita a no tener miedo y aventurarse a cada paso. Eso es lo que ella hace en el escenario. Y en la vida misma, pese a que solo es "abuela postiza".


"Es un personaje encantador. Para componerlo busqué fotos de mi mamá, mi abuelita y mis tías que me inspiraron", cuenta Patricia quien de muy joven se fue a cumplir deseos por el mundo, con su teatro a cuestas, pasando por varios países donde cosechó amistades, saberes y profesiones múltiples. Cada tanto, vuelve a San Juan, para reinventar aquello que comenzó a los 5 años haciendo declamación y arte escénico y danza clásica.


Esta es la primera vez que actúa en la FNS, aunque los escenarios de este mega evento la conocen desde otro ángulo: en las dos últimas ediciones fue la directora de Actores. 



Roberto, un vecino incondicional

Pablo Espejo tiene claro su papel en el espectáculo. "No quiero hacer de Roberto. Quiero ser Roberto", dice este chico que actúa del vecino valiente y cómplice, pero a su vez enérgico y enamoradizo que acompaña a cada paso a Guille y su pandilla. Como si fuera poco, al Roberto de la ficción, este personaje le hace acordar a su papá, que fue chico en 1972 (cuando ocurre la historia), tiene el mismo nombre y como si fuera poco, tenía una bici semejante a la que lo transporta en esta aventura.


"Me gusta mucho lo que me tocó hacer. No me costó la interpretación ni tampoco aprenderme la letra. Lo único que me pasó es que con tanto andar en bici tuve un percance: me tropecé, volé y me caí de pechito. Pero ya fue. Es historia", relata el bailarín de 12 años ya que desde chiquito integra el Ballet Municipal de Albardón, pese a vivir en Chimbas. Pasó a 2º año de la Escuela 9 de Julio. Y por la experiencia de la Fiesta del Sol quiere hacer cuánto antes un taller de teatro.



Alejandra, la hermana-amiga


Juana Montilla corre con ventaja en el elenco. Ella conoce a prácticamente todos los artistas. Es que ha crecido en un ambiente teatral porque su mamá, Guadalupe Suárez Jofré, es directora del grupo Ob Caenum y por ende, ella tiene no solo amigos, sino además talento heredado, soltura y experiencia con tan solo 12 años. Nunca actuó en el broche de oro de la Fiesta del Sol hasta ahora, pero sí hizo performances en el predio ferial en el 2016, además salió en la Noche Soberana en el 2017 y fue parte de los videos de la obra de teatro Medea Sé Sonal. 


"Ale es alegre, muy amiguera y sensible y yo soy así en la vida real. Me encanta participar de la fiesta, nunca tuve vergüenza ni pánico escénico. Lo único que yo tenía un poco de miedito de andar tanto en bici pero por suerte los directores lo resolvieron con un monopatín, que es otro elemento con que los chicos jugaban en esa época", devela los pormenores esta chica que ya sabe que lo suyo no pasa por el teatro infantil ni el clown sino por el teatro de vanguardia o rupturista que hace su mamá. En ese rumbo va esta pequeña estrella que acaba de entrar a 1º año a la Escuela de Comercio.



Graciela 1º, más que una mujer bonita

La actriz Andrea Collado tuvo que aprender a caminar con garbo y saludar con el gesto de las soberanas para su papel de Graciela Pineda, la primer Reina del Sol. Su premisa para interpretarla es no imitar a quien en realidad fue reina en vivo y en directo en 1972, sino representar a quienes con coraje y energía no se amilanan ni se aturden. 


"Graciela Primera, como me llamo en el espectáculo, no solo es una cara bonita, sino que fundamentalmente es valiente, se enfrenta al Hombre de la Bolsa, por ende, supera miedos y adversidades", define a su personaje. "Me divierte este personaje aunque es muy diferente a mí. Yo no soy coqueta ni tan delicada, dos cualidades que si tiene la Graciela en su esencia", agrega Andrea que es mamá de Astor (de 2 años y medio), teatrera y alumna de la carrera que se dicta en la UNSJ. Este es su primer co-protagónico en una Fiesta del Sol, aunque no su primera participación, ya que ha hecho teatro aéreo en la del 2010 y 2016, bailarina en el 2017 y utilera en la fiesta que homenajeó a Latinoamérica.



Alfonsina, nena y romántica por siempre

Por esas cosas del destino (y del guión) la Alfonsina que interpreta Paula García Fleury tiene algo de Alfonsina Storni. De hecho, se la pasa recitando su poesía a lo largo del espectáculo final. En realidad, ella habla en verso.


Pero además por esas cosas del destino, para esta actriz de 26 años que es docente de Teatro en Jáchal y la directora del afamado grupo de improvisación Modo Avión- es la 6º vez que le toca actuar de niña en algún espectáculo, entre otros en la Fiesta del Sol ya hizo de niña en Pasiones Argentinas y en Sueños de Libertad. Su carita angelical le permite adaptarse a estos roles infantiles.


"Alfonsina es muy romántica y apasionada. Esa es la virtud por la que la invitan a esta aventura. Y a mí me divierte", recalca esta joven mamá razón por la cuál a las única FNS en las que no actuó fue durante los embarazos de sus chiquitos de 2 y 5 años- que ha disfrutado muchísimo del grupo de actores niños. "Nos hemos hecho grandes amigos", dice feliz.

El misterioso Juan Carretilla


A Andrés Correa le tocó hacer de uno de los personajes más fantasiosos y más misteriosos de este espectáculo. Su Juan Carretilla, se asemeja a un vendedor ambulante de pasas, muy alto (lo que lo obliga a salir en cada una de las escenas subido a zancos de 40 centímetros) y que tiene un idioma muy particular: la única palabra que pronuncia y con la que se comunica es "pasa". Solo la abuela lo entiende y hace las veces de traductora para los niños que no saben si tenerle miedo o cariño, porque alguna vez, en esta historia, será quien les abra el camino a la aventura.


Andrés hace 8 años que comenzó a incursionar seriamente en el mundo del circo. Claro que empezó mucho antes, con su hermano, haciendo malabares con las frutas que había en la heladera de su casa. Hasta que un día tuvo la necesidad de profesionalizar su jueguito. Entonces se puso a estudiar nociones de gravedad y a ensayar con clavas, pelotas y todo tipo de objetos. Así se convirtió en un feliz y promisorio artista callejero con escenario en cualquier semáforo. Aprendió el oficio que resultó ser uno de sus medios laborales. Es que Andrés, a sus 24 años, además de ser actor y bailarín (hace 4 años estudia danzas contemporáneas), es chef de una casa de comidas naturistas.



Las mellis, valen doble


Aunque nacieron en panzas diferentes, Maitena Roldán y Luján De la Torre, son amigas inseparables. No se parecen físicamente pero van por la vida como mellizas. Una al lado de la otra siempre.


De hecho al casting de la FNS se presentaron juntas, vestidas idénticas (con el uniforme del equipo de Gimnasia Artística el talento de ambas- del Altis de UDAP) y actuaron en espejo. Eso fascinó a los directores. 


"Nuestras mellis son muy estéticas y coquetas, muy simétricas y muy divertidas", aseguran las chicas que desde su primera aparición en escena demuestran lo que mejor saben hacer: todo tipo de destreza gimnástica como rondó, flic flac, mortal, medialunas y verticales, entre otras volteretas.


Ellas se presentaron por la insistencia de su profe y para sorpresa de todos, quedaron y como co-protagonistas. Son parte del grupo de chicos que desafía los peligros de la siesta.


Maitena Roldán hace gimnasia artística desde los 4 años. Ahora tiene 14. La FNS le impidió presentarse a los campeonatos nacionales de su deporte, situación que superó con creces. Mientras que Luján, que tiene 15 años y solo tenía algo de experiencia en Comedia Musical.


Esta no es solo la primera actuación de ambas, sino la primera vez que estarán en un espectáculo final de la FNS. Claro que no lo harán como público, sino desde el escenario y montadas en una bicicletas.

 

El Cabezón, un científico en potencia


Salomón Nacusi, que en la obra de cierre de "El calor de lo Nuestro", es El cabezón, es el que se ocupa de resolver cada problema con que la siesta, La Pericana y el Viejo de la Bolsa los enfrenta al grupo de niños, por medio de ingeniosos e

inteligentes razonamientos e hipótesis científicas. Para él todo tiene solución.


Pero su sabiduría y su inteligencia práctica no son sus únicas características. El Cabezón es zezioso, o sea que todo lo dice con zeta. Justamente ese detalle es el que más le costó a Salo, hijo menor y único varón del periodista Tony Nacusi.


Para Salomón que tiene 12 años, cursará 3º año en San Francisco, es jugador de volley en Ausonia y es estudiante de inglés- esta es su segunda actuación en la FNS. Antes fue parte del elenco en Pasiones Argentinas (2015). "Para mí actuar es mi pasatiempo favorito. Me gusta. Pero más me gusta el grupo de chicos que hemos armado, con quienes pensamos ir a festejar una vez que termine el espectáculo", detalla.



Pocho e Indio, dos rebeldes al ataque


Estos dos amigos inseparables son los que le aportan al grupo un toque de audacia y de rebeldía para poder enfrentarse a las adversidades de la siesta y sus amenazas. De hecho, son los que encuentran en plena plaza 25 de mayo, dándose un "refresquito" en la fuente.


Alan Olmedo interpreta a Pocho, Facundo Trías a Indio.


Los chicos se conocieron en los ensayos de la fiesta. Para Alan es su primer papel actoral. Es que él viene del rubro folclórico, tanto que dice que "al baile lo lleva en la sangre". De hecho ya a los 13 años está cursando el Profesorado en Danzas Folclóricas, incentivado por su madrina, Débora Ocampo. Va a la Escuela de Comercio Manuel Belgrano y le encanta jugar al fútbol.


En cambio Facundo, tiene dos fiestas en su haber: la del 2015 (participó en la escena del Dulce de Leche de Pasiones argentinas) y la del 2018. Incluso este año no va solo a los ensayos porque su hermano Federico también actúa. Tiene 12 años, pasó a 2º año en la Escuela Fray Mamerto Esquiú y aunque ya no forma parte de la Academia India Mariana, sigue bailando folclore cada vez que tiene oportunidad. Ahora quiere estudiar teatro. Además es un buen futbolista y handbolista.


Ambos están ansiosos con que llegue el 23, para ver qué se siente, ser parte de semejante show.
 

El ¿temible? Viejo de la Bolsa

A diferencia del resto de los actores, Pablo Flores Tulián ya era adulto cuando empezó a hacer teatro. Tenía casi 30 años cuando dio sus primeros pasos en el escenario con el grupo de Estudiantes de Arquitectura y desde entonces no dejó nunca más de actuar y hacer talleres. Quizás por eso y por su tamaño es que lo vieron con solvencia para interpretar al rudo y terrorífico Hombre de la Bolsa, que por momentos es una especie de monstruo pero por otros, es el actor de la pegadiza publicidad del vino Resero que hizo famoso a San Juan. Este Viejo de la Bolsa no sólo asusta a los niños sino que aterroriza a la propia Graciela Primera, la reina.


"Adoro la caracterización que me hicieron", se confiesa este hombre multifacético: enseña ajedrez, está cursando la carrera de Estudios Teatrales, dirige varias obras de teatro independiente a la vez y está a punto de concretar su sueño: vivir de la actuación y dejar de enseñar matemática y contabilidad, dos conocimientos que por años le han dado de comer no sólo a él sino a toda su familia. Tiene 5 hijos que van desde los 19 a los 2 años y 8 meses.


Pablo también, en esta edición, le puso la voz a un Sarmiento que ayudará en más de un punto del recorrido fantástico a estos niños.