Se habla de la varroa como uno de los causantes de este problema.

Entre el 70% y el 75% de los alimentos que consumimos dependen de la labor de las abejas. Es que la Apis melífera no sólo produce miel, es partícipe necesario en la polinización del 90% de las plantas en el mundo que producen frutos. En síntesis son las verdaderas custodias de la soberanía alimentaria mundial.


Según una investigación del 2018 del Instituto Nacional Francés de Investigación Agronómica, el trabajo de los polinizadores en el mundo está valuado en U$S 200.000 millones anuales, cifra equivalente ese año al PBI de Nueva Zelanda.


Pero hay un tema que preocupa a los apicultores del mundo todo. Se trata del Síndrome de Colapso de las Abejas, cuyas sigla inglesa es CCD -Colony Collapse Disorder-, término acuñado por los científicos norteamericanos, a partir del año 2006, a fin de definir la inexplicable y masiva desaparición de abejas entonces referenciada por apicultores norteamericanos que, en algunos casos, causó pérdidas de 50 % a 90 % de sus colmenas en pocas semanas y el cierre de sus apiarios.


Desde entonces por ejemplo el número de colmenas al año, en Estados Unidos más de 40 %, y en Europa, el 20 % con reportes de hasta el 60%; de acuerdo con diferentes centros de investigación medioambientales. 

Hay una gran pérdida de abejas y de apiarios completos por este mal.


Este problema se caracteriza por:

* Rápida pérdida de abejas obreras adultas de las colonias afectadas, como ocurre en una colonia débil o la muerte de colonias, con un exceso de crías en relación a las poblaciones adultas. 

* Ausencia de abejas adultas muertas, dentro y fuera de la colmena.

* Reservorios de alimentos que no son sustraídos por otras abejas o por típicas plagas de la colmena.

Los investigadores de todo el mundo aún no tienen claro el origen de este colapso misterioso pero si coinciden en la suma de factores adversos. Una de las causas puede ser un ácaro conocido como Varroa o destructor de las abejas y demás polinizadores de alimentos para el hombre. Que además de absorver los líquidos linfáticos, actuaría como vector de virus infecciosos.


Otra causa -según datos del USDA- sería el hecho de que el ser humano terminó con 159 millones de hectáreas de bosques y montes naturales adicionales en los últimos 50 años, hasta llegar a 1 527 millones de hectáreas destinadas a la agricultura. Cifra cercana a 60 veces de la superficie total de San Juan.


Por ello a modo de conclusión, diremos que aquellos países del Hemisferio Sur que logren preservar sus patrimonios naturales de la devastación, es decir; las poblaciones de abejas, colibríes, murciélagos entre otros construirán la nueva seguridad alimentaria mundial y mejorarán sus términos de intercambio.