En junio de 2013, ejecutivos de Samsung se reunieron para celebrar la firma de un acuerdo histórico con una multimillonaria empresaria australiana para construir una de las minas de hierro más grandes del mundo. En medio de un agasajo, un alto directivo agradeció al personal por haber conseguido el contrato de casi 6.000 millones de dólares. Sin embargo, en los primeros dos años de su incursión en la minería, la empresa, más conocida por sus teléfonos inteligentes y refrigeradores, perdió al menos 700 millones de dólares, según Samsung C&T. Según los analistas los problemas de la empresa son consecuencia de una combinación de mala suerte y errores propios. Finalmente ambas compañías se trenzaron en diferentes disputas judiciales a las cuales se sumaron varios contratistas. Mientras tanto, según cifras oficiales, Samsung tuvo una baja del 30% en sus acciones.