Inauguración del Hospital Materno Infantil de San Francisco Solano que lleva el nombre del médico sanjuanino, Eduardo Oller.

Fotos: Gentileza Pedro Urueña

Si alguien dice en San Juan, Eduardo Oller, seguramente nadie -o muy pocos-, guardarán al menos un recuerdo de su apellido. Sin embargo es un nombre y un apellido sanjuanino reconocido por los 150 mil pobladores de San Francisco Solano, localidad de Quilmes en Buenos Aires, y no sólo porque el hospital del lugar lleva su nombre sino por todo lo que hizo para que este pueblo casi despoblado tomara relevancia y se convirtiera en un lugar digno para vivir.


Oller nació en San Juan, el 12 de octubre de 1921, hijo de Pedro Oller, comerciante catalán y Teresa Ramoneda Torra, también catalana. "La familia tenía en sociedad junto a Luis Margarit y Antonio Alsina, la Confitería El Águila. Su padre falleció en 1935, cuando Eduardo contaba con sólo 14 años", dice la biografía investigada y escrita por Pedro Urueña, quien trabajó en ese hospital y notó que no había nada escrito sobre este médico que había dado el nombre al nosocomio.

Él se encargó de poner en valor su obra. Primero, tomó contacto con su hija Inés Oller, rescató objetos personales y hasta dedicó un espacio para crear un mini museo en el mismo hospital. A la par realizó cientos de entrevistas en el pueblo para rescatar anécdotas de este profesional al que llamaban "médico gaucho".


Fue clínico, cirujano y forense. Recién graduado comenzó a trabajar en distintos hospitales de Buenos Aires. Prestó servicios como practicante en un puesto de la Policía Caminera de La Florida en Quilmes, y desde ahí ya se destacaba porque "buscaba a los pacientes enfermos en la entonces inhóspita y despoblada localidad de San Francisco Solano", dice Urueña.


Desde siempre su decisión fue proteger la salud, brindar medicación gratuita y dar ayuda económica personal, para alentar a los primeros pobladores solanenses. "Hablé con más de 300 personas que lo conocieron, nadie dijo algo malo o negativo de él. Una persona intachable. Todos lo recuerdan porque atendía a gran parte de la población gratis, daba dinero a quienes lo necesitaban. De hecho yo comencé a investigar sobre él porque provengo de una familia humilde y recuerdo que mi mamá nos llevaba a mi hermano y a mi a que nos atendiera. Nunca olvidé que lo hacía desinteresadamente, y eso me quedó siempre en la memoria", explica Urueña.


Todos los habitantes de San Francisco Solano saben, o les contaron, que este médico sanjuanino acompañó el crecimiento de la zona y no sólo buscó su propia superación si no que motivó a la cooperación entre vecinos. Así conseguía donaciones para levantar un Hospital Materno Infantil, que actualmente lleva su nombre.


Urueña es granadero, incluso fue mucho tiempo presidente de los Granaderos Reservistas de todo el país, motivos más que suficientes para tener plena conciencia de la importancia que tiene realizar homenajes a quienes hicieron Patria, o demostraron su sentido de argentinidad. "Me llamó la atención cuando entré a trabajar al hospital que la gente desconocía muchos detalles del doctor Oller, siendo su hijo pródigo, incluso algunos no sabían bien todo lo que había hecho por San Francisco Solano. Ahí es cuando me dispuse a hacer algo. Su hija me dio todos los permisos para hacerlo, y su ayuda. Sin embargo yo le pedí algo más, que me diera sus pertenencias para hacer un mini museo, y ella también aceptó. Aunque parezca mentira, él es el pionero de San Francisco Solano. Antes no se podía vivir ahí porque era un lugar inhóspito y lo comandaba la creciente del arroyo Las Piedras que no estaba canalizado en la década del 40 y cada vez que crecía nadie podía vivir ahí", recuerda.


Fue Oller, cuando llegó en 1946, quien se puso las botas para cruzar a buscar a los pacientes que necesitaban atención. "Entraba en un carro lechero o como podía a la localidad. El buscaba a la gente, no la gente a él. Así fue como comenzó a darle ánimo a los pobladores. A los pacientes más delicados los llevaba a su consultorio y a los otros los atendía en su casa. Además los ayudaba con dinero. Tengo más de 300 anécdotas de las cuales el 70 por ciento recuerda que ayudó a la familia con dinero o con medicamentos gratuitos. Ese hombre hizo la localidad", cuenta Urueña.


Oller cursó sus estudios primarios en la Escuela Bernardino Rivadavia, y los secundarios, en el Colegio Nacional Monseñor Dr. Pablo Cabrera. Una vez terminado este ciclo, a los 19 años se trasladó a La Plata para estudiar Medicina. Hizo el servicio militar en la Policía de la Provincia de Buenos Aires, durante cuatro meses, y esta experiencia lo llevó a desempeñarse como practicante en el Destacamento de Policía Caminera de Villa La Florida. Perteneció al cuerpo de profesionales médicos de la Policía de Buenos Aires durante 29 años.


"Mientras era estudiante, por problemas en la pensión de La Plata, se mudó a la Capital Federal, y allí se graduó de médico el 3 de Diciembre de 1949, en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Uno de sus sueños fue ser médico en la Provincia de Misiones, pero su paso por Villa La Florida, donde fue nombrado por concurso practicante de medicina y se instaló apenas obtuvo el título.

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En 1951 se casó con Alicia Fuentes, con quien tuvo dos hijos, Inés y Adrián. Ese mismo año fundó la primera Sala de Puesto Sanitario, y en 1953, la Sala de Primeros Auxilios. El 17 de marzo de 1969 se inauguró la Unidad Sanitaria.


Siempre atento

Además de su actividad hospitalaria, atendía también en su consultorio particular durante toda la tarde, y después de cenar hacía las visitas a domicilio. "No tenía sosiego. Además de las consultas habituales, atendía partos, accidentes de tránsito, laborales, domésticos, entre otros. Tres veces al año y solamente los domingos por la mañana, operaba de nariz y garganta en su consultorio, junto con el doctor Tabera que iba desde La Plata", narra Urueña.


En una de las tantas entrevistas realizadas por Urueña, la coordinadora de enfermería del Hospital Oller, Juana Ellemberg, recordó que "recibía donaciones de materiales de construcción y se ponía solo a entrar los ladrillos, arena, bolsas de cal, de modo, que nos uníamos para ayudarlo sin distinción, las enfermeras, personal de limpieza, mucamas, todos. Hacíamos los pastones, y otros, levantaban las paredes primitivas del hospital. A veces se aparecía con bobinas o retazos de tela que le donaban, enseguida las marcábamos y cortábamos, y con la máquina de coser, confeccionábamos camisolines, ambos, cofias, botas de tela para el personal. Sumergíamos las sábanas usadas y toallas en un piletón con productos de limpieza, lo movíamos a mano, y después, cargábamos todo en un viejo lavarropas. Formó un equipo de personas solidarias".


Una duda que surge es cómo hacía Oller para ayudar económicamente a los demás, si él tenía una familia que mantener. La clave estaba en el manejo de una cooperadora utilizada positivamente para dar respuesta al bien común. "Pero tampoco era un mano suelta. Cuando alguien exponía un problema económico, Oller interrogaba sobre qué salario ingresaba al hogar, cuántos hijos tenía o cuántos impuestos debía cubrir. Así determinaba el monto de la ayuda".


El doctor Eduardo Oller, falleció de un paro cardiorrespiratorio en el Sanatorio Modelo de Quilmes a los 83 años, el 21 de junio de 2005. A la fecha quizá muy pocos sanjuaninos conocían este historia llena de logros y repleta de vocación por el prójimo.

Eduardo Oller, el sanjuanino que hizo historia en Quilmes.

La localidad quilmeña


Por Pedro Urueña

San Francisco Solano era una localidad deshabitada en 1946, con cardos en sus campos y caminos de tierra. Polvoriento en el agobiante verano y barroso en el crudo invierno. No era fácil asentarse en una zona despoblada donde había que caminar unos dos kilómetros en soledad para ir a trabajar, hasta llegar a la avenida (Camino General Belgrano), sin contar cuando el Arroyo Las Piedras desbordaba por las lluvias inundando grandes extensiones de Solano que quedaba totalmente aislado. Este arroyo que tenía tramos de hasta cien metros de ancho, desalentaba cualquier plan de echar raíces allí. Establecerse en San Francisco Solano y formar familia imponía saber que no había atención médica ante una urgencia o el nacimiento de un hijo, por lo que había que pensar muy bien semejante desafío.


Pero un médico sanjuanino llegó al poblado de La Florida en 1951, y los dispersos habitantes tuvieron cierta seguridad y amparo con relación a la salud.


Tanta entrega suya sin ayuda de nadie hizo que en 1952 se formara la Asociación Vecinal de Solano presidida por él. Su objetivo central era contar con un hospital local. Se creó una Cooperadora Pro Hospital en una comunidad que no dejaba de crecer, el 25 de abril de 1981 se inauguró el Centro Médico Municipal. Entre sus sueños, estaba que el Materno Infantil se transforme en un Hospital General, a raíz del crecimiento constante que veía de su población. En 1991 se inauguró el Hospital Materno Infantil bajo órbita del municipio de Quilmes. El 7 de octubre de 2001, se impone que el nosocomio reciba el nombre de su fundador.