Por: María Inés Montes
Fuente: Héctor Daniel Castro - Licenciado en Psicología - M.P. 613

Es un sentimiento negativo que surge en el sujeto cuando no puede cumplir sus deseos. Sin embargo, la frustración no es algo malo. Los seres humanos, deberíamos ser capaces de frustrarnos, sin por ello perder el equilibrio y la felicidad, cuando esta frustración no se hace crónica, claro está.


"Desde pequeños, los seres humanos buscamos conectarnos con el placer. Todo sujeto busca el placer y rechaza las situaciones displacenteras. Sin embargo, la realidad se impone, y no podemos obtener siempre lo que queremos y cómo lo queremos. No es posible hacer todo lo que uno quiere en cualquier momento", indica Héctor Daniel Castro, licenciado en Psicología.


Además se pregunta "¿Quiénes son los encargados de enseñarnos cómo conectarnos con el placer de una forma aceptada socialmente?, - es decir, cumpliendo normas que me permitan conseguir lo que deseo, sin dañar a otros y respetando el espacio de cada uno-. Sencillo, los encargados de educar son los padres, desde la más temprana infancia. Ordenar a un niño en el hambre, el sueño, el juego, le permite ir aprendiendo a conectarse con el placer y aceptando y adaptándose a la frustración de no obtener todo lo que quiere en todo momento. No podemos comer todas las veces que se nos ocurre y donde se nos ocurre. Tampoco descansar, o dormirnos cada vez que tenemos ganas".


Surge así el concepto de "norma' o "pauta" con la que los padres le enseñan a los hijos, que se puede conseguir determinadas cosas, de maneras posibles y aceptables. Eso implica dar algunos rodeos a veces, pero eso no es negativo.


El dinero se consigue con esfuerzo y trabajo. Ganar una competencia se consigue con entrenamiento, disciplina y sacrificio. El trabajo de la frustración desde temprana edad se consigue con vínculos afectivos y se sostienen con compromiso y constancia.


Algunas personas les causa frustración una situación y en cambio a otras no, puede ser entonces que, dependiendo de nuestra vulnerabilidad, nos conduzca hacia una distinta forma de afrontación o gestión. Aquellos que no tienen esa capacidad de aceptar, que no se puede tener todo lo que se quiere en todo momento, "transgreden', las pautas. Y así aparecen las conductas, que van desde una simple agresión, hasta las más terribles perversiones. En tal sentido, es curioso ver cómo los padres, sin querer, a veces enseñan a los hijos a que "hacer lo prohibido' es normal. Y esto está sostenido por la impunidad.


Vivimos en un país con una fuerte impunidad, se pueden cometer pequeños o grandes delitos o ilícitos, sin tener una pena por ellos. Eso es lo que refuerza y sostiene la transgresión y por ende, no ayuda a que la gente aprenda a frustrarse. Un ejemplo concreto: Está prohibido estacionar en doble fila y cotidianamente vemos un montón de padres, parando en doble fila en las puertas de los colegios, esperando que sus hijos crucen por el medio de la calle (cuando se debe cruzar por las esquinas) poniéndolos en peligro. Si uno les pregunta a los papás si esto está bien, la respuesta de la mayoría es: "No está bien, pero es un minuto nomás'. Sin embargo, en ese "minuto' se está transgrediendo la ley, y le estamos enseñando a un niño que eso se puede hacer, y no pasa nada. Lo esperable es buscar estacionamiento, buscar al niño de la puerta del colegio, cruzar por donde se debe, para eso hay que organizarse y salir con tiempo. Pero eso, es frustrante, entonces, me animo a transgredir, total, no pasa nada.


En los semáforos que tienen indicador de tiempo, en general, los conductores, no calculan los segundos para frenar, sino que calculan para acelerar y pasar el semáforo, como si 25 segundos de espera cambiaran algo. Porque nos cuesta mucho esperar al siguiente semáforo, eso es frustrante.


Los ciudadanos se quejan de que la ciudad está sucia, pero quitan el papel de un caramelo y lo tiran al piso, no buscan un cesto de basura o lo guardan en su bolsillo. Porque caminar unos metros para tirar el papel, es frustrante.


No olvidemos por otra parte que vivimos en una sociedad rodeados de deseos y satisfacciones que no siempre pueden ser satisfechas, creando el nacimiento de la frustración y de ahí una mala gestión del conflicto. Pero sea como sea, la necesidad no satisfecha y mal gestionada produce dicha frustración y como vemos se presenta en diferentes formas o en diferentes circunstancias individuales o sociales.
 


 

Desde lo individual a lo social

El éxito a nivel personal y el desarrollo personal no siempre cumple nuestras expectativas produciendo este malestar y nos lleva a preguntarnos ¿Por qué no soy capaz? Sin embargo, gestionando correctamente el evento que la produce podemos solucionar dicho conflicto, muchas veces enmascarado en nuestros deseos interiores. Es evidente por tanto que cuando se produce una frustración reaccionamos, porque devolvemos una respuesta, como una acción refleja para protegernos haciendo muchas veces de forma involuntaria, esto se le conoce como mecanismo de defensa. Este mecanismo puede ser influir en nuestro entorno, incluyendo al resto de personas a las que contagiamos con nuestro malestar. Por ello es importante tanto para nosotros como para vivir en sociedad saber gestionar el conflicto en la aparición de la frustración.


Desde los detalles de cada individuo que vive en sociedad hasta los que vimos estos días de Mundial de Fútbol. La Argentina se destacó por ser quien presentó mayor cantidad de disturbios fuera de la cancha.


Vimos sujetos que se burlaban de mujeres, con videos sexistas, otros golpeaban a hinchas de otros países, se colaban en las estaciones de metro, entre otros. Pareciera que la "transgresión" generara un goce. Más aún, en algunos casos, pareciera que quien puede "saltarse' la ley, sin tener un castigo, es "Vivo', es el representante de la llamada "viveza criolla'.


Agredir, golpear, humillar a otros, son algunos de los modos de reaccionar de aquellos que no son capaces de frustrarse. De aceptar que las cosas no siempre son como ellos quieren. Son modelos de funcionamiento mental más precarios, que no encuentran diferentes posibilidades o patrones para encontrarse con el placer. Tiene dificultades para evolucionar como persona. Sus procesos de funcionamiento y resolución de conflicto son acotados. Transgredir no es de vivos, es ser corto de mente, es no poder generar nuevas posibilidades para estar bien, más allá del deseo no cumplido.


Una sociedad que no es capaz de cumplir con las reglas, que sostiene esto con impunidad, es una sociedad que se precariza cada vez más. Que involuciona. Por lo tanto, no olvidemos que aunque parezca algo simple, una frustración mal gestionada puede desembocar en problemas psicológicos graves o de mayor calibre de lo que en principio pensamos, sin olvidar que muchas veces será el resto de las personas la que note en nosotros nuestro comportamiento ante nuestra propia frustración.