Una de las cosas más excitantes del mundo de la moda es que nunca sabes qué vendrá después. Y, cuando por fin llega, a menudo piensas que nunca llevarás unos pantalones ciclista, o te vestirás con un traje chaqueta en tonos pastel, o volverás a ponerte esas horquillas en el pelo que olvidaste en aquel cajón de los noventa, o que jamás irás en chándal a trabajar. Pero, una vez más, la moda demuestra que el “nunca digas nunca” es un mantra tan certero como el de “menos es más, excepto en los tacones”. En la tendencia que nos ocupa en el día de hoy, es bastante probable que te mantengas firme en tu primera decisión… pero nunca se sabe.

Según informa The New York Post, esta “extraña tendencia” consiste en un zapato de tacón –generalmente de punta cuadrada– cerrado por todas partes exceptuando la zona que deja a la vista el dedo gordo del pie. La tendencia que, como apuntan desde The New York Post, no parece ni bonita… ni por supuesto cómoda, apareció por primera vez de la mano de Y/Project en la colección de primavera-verano de 2018 y ya la hemos podido ver en alguna alfombra roja. El nombre “científico” de la tendencia lo acuñó Refinery29 y puedes anotarlo para los próximos acaloradísimos debate sobre moda: Big-Toe Shoes.

La moda de separar los dedos de los pies más allá de en las sandalias, sin embargo, tiene un claro culpable: Martin Margiela. El creador diseñó unos botines con una separación entre dedo gordo y el resto de los deditos para su Maison en 1989 y, como cualquier otra moda de los ochenta, ha tenido un resurgir en 2019. En 2017, fue Phoebe Philo al cargo de Céline quien sacó una versión inversa a la actual, pero que sin duda sirvió de inspiración: en su caso, el dedo gordo permanecía oculto y los otros eran los que quedaban al aire. El modelo se llamó Pirate y se sigue vendiendo por 645 euros, aunque si tenías intención de hacerte con un par lamentamos informar de que se encuentran agotados.

Connie Wang, la periodista que acuñó la tendencia en Refinery29, terminó comprándose un par: “Es la obscenidad lo que me atrae a estos zapatos. Provocan como una camiseta grosera –piden un segundo vistazo, un comentario agudo, una pregunta sobre tu cordura–”, admitía, “después de todo, estos zapatos ni siquiera intentan cumplir las funciones básicas de un zapato. En este panorama de la moda posmoderna, donde los bolsos pequeños no contienen nada más que su influencia, y los trajes de baño elegantes no están destinados a mojarse, los zapatos de dedo gordo se enfrentan a lo que creemos saber sobre los zapatos”. Lleva un poco de razón.

Fuente: El País