Buenos Aires.- La planta industrial en la que se elaboran los Palitos de la Selva queda en Victoria, Mondelez. Se trata de la heredera mutinacional de Stani, la empresa argentina que en los 50 comenzó a fabricar los Palitos de la Selva y los chicles Bazooka (luego adquirida por Cadbury y Kraft).

De la cocina bajan panes de 45 kilos cada uno de la pasta base elaborada con sus característicos colores rosado y blanco y sus sabores frutilla y vainilla. Llegan tibios y blanditos al área donde serán fraccionados, envueltos y embolsados en tres turnos que se repiten de lunes a sábado con alrededor de 42 operarios involucrados en el proceso. En total se producen, por día, unas 12 mil bolsas de 660 gramos.

La pasta base con la que se elaboran sirve para cualquier masticable, y surge de la combinación química entre glucosa, azúcar, agua y gelatina. Los colores se cocinan por separado y solo se unen, nunca se mezclan, en una máquina roladora que se ocupa de estirar la masa hasta los 1,5 centímetros de grosor correspondientes. Ahí, la línea de producción continúa con el trabajo de una cuchilla que corta cada palito en una medida de seis centímetros.

Dos operarios cargan a mano la masa hasta la roladora, la acomodan y en ese momento la máquina comienza su proceso. Ya cortados, los palitos se cubren con su característico envoltorio: la imagen de un animal que viene con una breve descripción. Hoy existen 86 especies que ya no son exclusivamente de la selva, sino de todos los ecosistemas. Una vez envueltos, y tras el control de calidad, se dirigen hacia un túnel de viento que, con tres vueltas, los termina de secar antes de su embolsado final.