Cura de extracción villera, con fuerte impronta peronista y amigo personal de Sergio Massa y de su esposa, Malena Galmarini, con quien compartió colegio en la secundaria. Esta es la breve carta de presentación del nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, que asumió ayer al frente de la catedral metropolitana con un fuerte discurso antigrieta y poniendo en el tapete la crisis económica y social que cala hondo en Argentina. Fue un giro en el discurso del también amigo del papa Francisco que buscó así aplacar la polémica que se desató tras su designación como nuevo arzobispo de Buenos Aires en reemplazo del cardenal Jorge Mario Poli, un religioso de perfil mucho más conservador.

En este contexto, García Cuerva llamó a "no fomentar la profundización de la grieta" y pidió "hacernos cargo y no mirar para otro lado" ante "una realidad económica y social que duele y congela el alma".

El nuevo arzobispo bajó este mensaje durante la misa de inicio de su ministerio pastoral en la ciudad que se desarrolló en la Plaza de Mayo, de la que participó el presidente Alberto Fernández, parte de su gabinete.

Gobierno. El presidente Fernández y parte de sus ministros fueron parte de la misa que consagró a García Cuerva como nuevo arzobispo porteño.

"Hoy estamos llamados a reconocer que, entre nosotros, hay personas, familias, amigos que están sufriendo; que se sienten lastimadas en su esperanza: las familias que siguen llorando a los más de 16.000 fallecidos por covid en la ciudad; los ancianos abandonados o dejados de lado; quienes sufren adicciones, violencia en todas sus formas, angustia y pánico; quienes viven en situación de calle o en viviendas precarias, o tantos y tantas que, desvelados, hacen malabares buscando llegar a fin de mes", dijo el arzobispo en su sermón.

En sus primeras palabras como arzobispo porteño, García Cuerva se refirió también a aquellos que "ya no tienen ganas de seguir; paralizados en sus sueños, golpeados por una realidad económica y social que duele y que congela el alma" y pidió: "Hacernos cargo, no mirar para otro lado".

"Frente a una realidad tan compleja, donde la impotencia parece tener la última palabra y el "sálvese quien pueda" puede volverse un canto de sirenas, el evangelio nos regala un canto aún más esperanzador: nadie puede cargar solo al paralítico, nadie tiene sólo las respuestas; es necesario, aprender a encontrarnos y reconocer que somos una comunidad", expresó García Cuerva.

"No podemos darnos el lujo de seguir alimentando la fragmentación en lugar de la esperanza. ¡Cuánta necesidad tiene nuestra ciudad, nuestra sociedad, nuestra Iglesia diocesana de ver esas manos tan distintas sosteniendo juntas esa camilla que reclama esperanza! La fe de estos hombres, se concretizó en ese gesto de querer trabajar juntos, y despertó un mensaje profético para el Cafarnaúm de aquel tiempo y para el Buenos Aires de hoy", dijo en uno de los tramos más aplaudidos de su homilía.

La ceremonia comenzó a las 14 en el interior de la catedral mientras que afuera, en la Plaza de Mayo, se congregaron fieles porteños y grupos de jóvenes y estudiantes de diferentes parroquias de Buenos Aires, en tanto que previamente -entre las 12 y 12.10- se hicieron repicar las campanas de todas las iglesias porteñas saludando al nuevo arzobispo. De la ceremonia participaron el Presidente y varios de sus ministros y secretarios. También estuvieron la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner -Río Gallegos fue la anterior diócesis donde se desempeñó García Cuerva-, el dirigente del Pro Federico Pinedo y representantes de distintas confesiones religiosas.