La despedida en Irak. Entre cánticos que exigían "muerte a EEUU", decenas de miles de personas marcharon ayer en Bagdad para despedir al comandante iraní Qassem Soleimani muerto en un ataque aéreo de Washington.


En los últimos días se venían produciendo una serie de hechos en Irak que ponían en duda el poder de los Estados Unidos en el lugar. El ataque a bases con personal estadounidense y un asedio de dos días a la embajada en Bagdad, la más grande que posee en el mundo y que forma parte de un complejo militar fuertemente defendido y amurallado, eran señales fuertes de ello.


Al parecer Trump no quería repetir, de acuerdo a lo que se aduce en sus propios mensajes de twitter, lo vivido por Barack Obama cuando milicianos libios pusieron sitio a la embajada estadounidense en Trípoli y decidió golpear a quien se cree que podía ser el cerebro de las recientes maniobras irano-iraquíes para librarse de la injerencia de Washington en la región: el famoso general de división iraní Qasem Soleimani.


La pregunta sería porqué Trump decide arriesgar más de la cuenta asesinando a Soleimani en el inicio de la campaña electoral, que puede generar una disparada en el precio del petróleo que recaliente la economía mundial y sobre todo la propia. La respuesta es múltiple. 


Por un lado, la Casa Blanca continúa confrontando con Irán. Esta vez no aceptando el crecimiento de las milicias chiitas proiraníes en Irak, que jugaron un papel importante en la expulsión del Estado Islámico de ese país, y buscando impedir la unidad geográfica del país, unidad que al parecer era diseñada por el propio Soleimani, y que, lo mismo que en Siria, es conveniente para Teherán, que quiere tanto deshacerse de la presencia física de Washington en territorio iraquí, como evitar el nacimiento de un Estado kurdo en el norte de ese país.


El recalentamiento del conflicto se produjo el último mes de diciembre cuando las bases estadounidenses en Irak venían viviendo alguna presión. Ya el día 3 se produjo un ataque con cohetes a la base aérea estadounidense de Ain Al-Asad -ubicada en la gobernación de Al Anbar, al oeste iraquí- sin producir víctimas ni daños, y el 27 se atacó la base en Kirkuk, donde murió un contratista estadounidense y resultaron heridos soldados tanto iraquíes como estadounidenses.


Washington, convencido que las milicias proiraníes estaban detrás de estos ataques decidió golpear duramente. Para ello, el 29 realizó un ataque aéreo contra la milicia Kataib Hezbollah, que forma parte de Al-Hashd Al-Shaabi, o Fuerza de Movilización Popular, una milicia integrada a las Fuerzas Armadas iraquíes, asesinando a 25 de sus miembros en Al Qaim, junto a la frontera con Siria, donde estaban desplegados combatiendo al remanente del ISIS, el Estado Islámico.


La violencia de este ataque llevó a que uno de los líderes de la Fuerza de Movilización Popular, Yamal Yaafar Ibrahimi -conocido por su nombre de guerra de "Abú Mahdi al Muhandis"- sostuviera ante la prensa que "la sangre de los mártires y heridos no será derramada en vano", lo que de inmediato desató el asedio a la embajada estadounidense de Bagdad por parte de los miembros de las distintas milicias proiraníes. 


El asalto, que se produjo sin armas, fue extrañamente exitoso. Considerando que se atacaba un edificio dentro de la "Zona Verde" de Bagdad, se destruyó el espacio de recepción de la embajada y se pintaron grafitis, actos que fueron incluso desautorizados por el propio líder espiritual iraní Alí Khamenei. Pero el hecho sirvió para que funcionarios estadounidenses desataran el sorprendente ataque contra Soleimani.


Los asesinatos políticos son una práctica constante de la política reciente de los Estados Unidos, incluso Barack Obama hizo un verdadero abuso de ella. El tema es que estos golpes habían estado dirigidos a líderes tribales talibanes o a dirigentes del ISIS, nunca se había liquidado a un militar de un Estado soberano, una figura pública internacional y un líder espiritual de todo el mundo chiita e incluso de las comunidades cristianas de la región, como era el caso de Soleimani.


Este militar, por ser el máximo comandante de las fuerzas Al-Quds, la parte de la Guardia Republicana que opera fuera de Irán, se lo destinó a la lucha contra el ISIS en Siria en el peor momento, cuando todo hacía suponer que el presidente Bashar Al-Asad sería arrasado por el ISIS y las milicias prooccidentales y proturcas que operaban en el país.


Soleimani despertó enorme expectativas entre las fuerzas que defendían al gobierno sirio. Estableció su comando en algún lugar de Damasco y aseguró que la victoria solo sería posible en el largo plazo. Para ello llevó adelante una serie de tácticas que lo hicieron reconocido internacionalmente. Unió a todas las milicias que combatían al terrorismo takfirí -es decir al ISIS y sus aliados- en una "Fuerza de Defensa Nacional" para poder coordinar sus operaciones, introdujo en el escenario sirio a la milicia palestina Hezbollah y organizó, con el ejército sirio, las milicias kurdas y las fuerzas rusas, la contraofensiva contra este grupo terrorista.


Se trasladó luego al frente iraquí donde organizó y entrenó a las milicias chiitas que luchaban junto al ejército nacional contra el ISIS, participó de la organización de la resistencia de la ciudad chiita de Amirli y sobre todo de la recuperación de la simbólica ciudad de Tikrit, donde había nacido Saddam Hussein. Vuelto a Siria, se involucró en la recuperación de Alepo por parte del gobierno nacional.


Su muerte, causada por un drone MQ-9 "Reaper" en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, a muy corta distancia de la "Zona Verde", evidenció la importancia militar y política que las milicias proiraníes han alcanzado de su mano en Siria e Irak.


En el ataque murió también Al Muhandis, líder de las milicias proiraníes y una figura en la política y las fuerzas armadas iraquíes. Resulta inexplicable que figuras de semejante calibre no se hayan cuidado más, quizá porque era diplomáticamente impensado un ataque de esa naturaleza. 


Sin duda Washington evaluó que la respuesta iraní no puede seguir el camino de la guerra convencional en la región, para la que Teherán no está militar ni económicamente preparada, y que el golpe es lo suficientemente devastador como para limitar la influencia iraní sobre el gobierno de Bagdad. Lo paradójico es que la muerte de ambos líderes también termina favoreciendo a los sectores más duros y recalcitrantes de los tres países involucrados, es decir que perpetúa la dinámica política existente.


Y es que tanto en Irán como en Irak se estaban viviendo en los últimos meses fuertes cuestionamientos, manifestado mediante grandes marchas y actos, contra las dirigencias políticas nacionales. En Irán como consecuencia del estancamiento económico, la inflación y el desempleo, todo acrecentado por el bloqueo internacional al que lo ha sometido Washington, mientras que en Irak resultaban de la crisis en que se encuentra el país, caracterizada por la escasez de trabajo, la falta de servicios públicos, la fractura territorial, la inexistencia de inversiones, las guerras intestinas y contra el ISIS y la división étnica, política y religiosa interna.


De hecho, en Irán el ataque debilita aún más a los sectores reformadores y moderados del país representados por el presidente Hassan Rouhaní, que habían desplazado en el gobierno a los sectores más antioccidentales, pero el excesivo golpe que significa asesinar a Soleimani termina fortaleciendo al Ayatollah Khamenei y a la "vieja guardia" conservadora.


En los Estados Unidos sucede otro tanto. Las primeras mediciones sostienen que a la figura de Trump no le sienta mal el conflicto, de hecho se ha visto fortalecida en un escenario político donde el tema del impeachment seguía siendo uno de los más tratados por las grandes cadenas nacionales. Es como si el ataque simplemente conviniera a todos.


Mientras tanto el conflicto sigue su marcha. Cuando se enterraba a Al Muhandis, con presencia de legisladores proiraníes y de miembros del poder ejecutivo, un convoy de las milicias Al-Hashd Al-Shaabi era atacado al norte de Bagdad y miembros del parlamento iraquí anunciaban la intención de reunirse para derogar el tratado que permite la presencia de los más de 5000 soldados estadounidenses en el país. 


En cualquier caso, el golpe dado por Trump excede el marco de lo regional y es el más fuerte y peligroso de toda su presidencia. Una señal demasiado clara de hasta dónde está dispuesto a llegar para delimitar su área de influencia.

  • Bolsonaro dijo que el general iraní fue parte del atentado a la AMIA

 

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo que el militar iraní Qasem Soleimani, muerto por Estados Unidos en una acción militar en Irak, tuvo participación en el ataque que en 1994 destruyó la sede de mutual judía AMIA en Buenos Aires, que causó la muerte de 85 personas. Así fue reflejado por distintas agencias noticiosas y publicado ayer mismo por el portal de Clarín.com. El mandatario brasileño, en declaraciones a un canal de TV de su país, indicó que la posición de Brasil es la de aliarse al "combate al terrorismo", reafirmando el apoyo a su aliado Donald Trump.


"Nuestra posición es aliarnos a cualquier país del mundo en el combate al terrorismo. Sabemos lo que Irán representa en gran parte para sus vecinos y para el mundo", dijo Bolsonaro. Y agregó, en referencia a Soleimani: "Era una persona que según informaciones aquí, estaría involucrada en el ataque a la AMIA, aquella entidad judía que existía en Argentina".


La cancillería brasileña, simultáneamente, recordó también en una nota que "el terrorismo no puede ser considerado un problema restricto a Oriente Medio y a los países desarrollados, y Brasil no puede permanecer indiferente a esa amenaza, que afecta inclusive a América del Sur".


En la misma línea, Bolsonaro indicó que la vida del general Soleimani, cuyo trabajo era supervisar operaciones fuera de Irán de milicias respaldadas por la República Islámica, principalmente en Siria y en Irak, "era dedicada en gran parte hacia el terrorismo y nosotros todo lo que podamos hacer para combatir el terrorismo lo haremos".


El gobierno de Brasil confirmó además que, en su condición de miembro pleno, participará de la Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo, que sesionará el 20 de enero en Bogotá.


El jefe de Estado, que ha cambiado la tradicional política externa de Brasil para forjar una fuerte alianza con Estados Unidos e Israel, agregó que "somos favorables a cualquier medida que combata el terrorismo en el mundo".