Hay cierta incertidumbre con lo que puede pasar con el vino a corto plazo y las distintas cámaras y asociaciones se han manifestado en contra y a favor del acuerdo Unión Europea y Mercosur, generando más desconcierto todavía en la cadena productiva, de manera muy especial en el sector más perjudicado y desprotegido en los últimos años: los viñateros. Para poner un poco de luz, en esta columna ofrezco un resumen del excelente informe del segundo trimestre de la División Vinos del Banco Supervielle, elaborado por un reconocido especialista, Javier Merino. Allí explica que el acuerdo entre Mercosur y Unión Europea es lo más relevante de las últimas tres décadas por el impacto que puede tener en el mediano plazo en la economía argentina en general y en el sector vitivinícola en particular. En lo que queda del año en el mercado doméstico se observará una mejora en el poder adquisitivo del salario lo cual puede impulsar suavemente la demanda de vinos y la caída en relación al año anterior seguirá siendo menor que en meses anteriores. Es posible también que la desaceleración de la inflación detenga la caída del precio promedio de los vinos en el mercado nacional que ha llegado a valores muy inferiores a los históricos. 

Ambos fenómenos contribuirán a una mejora relativa en el segundo semestre de 2019 aunque no alcanzará para compensar lo sucedido en el primer semestre y la facturación en el mercado interno de las bodegas seguramente será inferior en todo el año en comparación con 2018.

En el mercado externo es posible esperar una mayor recuperación de los envíos al exterior tanto en vinos fraccionados como en vino a granel. A esto se suma el hecho de que, a pesar de menores precios de exportación, se verificará una mejora en términos reales dada la depreciación de la moneda local. 

En resumen se puede esperar que la mejora en la facturación total de exportación sea superior a la caída de mercado interno y se podrá observar un aumento de las ventas totales en moneda constante.

El acuerdo firmado inicia un proceso relativamente largo tanto para su puesta en funcionamiento como así también para su implementación definitiva. Entre la traducción a todos los idiomas de los países intervinientes y la aprobación parlamentaria de cada país pueden pasar alrededor de dos años y luego está comprometido, según los sectores, un proceso de reducción arancelaria de cinco a quince años con un dato no menor y es que el proceso es más acelerado por parte de la Unión Europea que para el Mercosur.

La gran discusión es lo que ocurrirá con la mayor competencia en el mercado de Brasil para los vinos argentinos y si existirá una mayor penetración en el mercado europeo que compense este aumento de competencia.

La historia demuestra que los vinos argentinos no han tenido buena llegada a Brasil.