En este contexto de hoy lo que se vislumbra para un futuro cercano es que la rentabilidad vitivinícola estará atada a lo que suceda con las exportaciones de vinos argentinos.


Con números certeros lo explica muy bien el último informe de la División Vinos del Banco Supervielle, que sostiene que en los últimos 12 meses se consumió en Argentina menos de la mitad de vino que en 1991. Claramente se trata de una caída estructural agravada en los últimos años por variables de contexto económico.


Para entender lo sucedido, explican los autores del informe (Javier Merino, Adrián Rizzo y Leandro Zingoni), que en el último período de cinco años hay que mirar tres variables macroeconómicas muy relevantes: Ingreso, aceleración inflacionaria y tasa de interés.


El otro fenómeno ligado al financiamiento fue la fuerte caída de préstamos del sistema financiero luego de la crisis de abril de 2018 lo que impactó muy negativamente al sector que se vio obligado a disminuir sus activos corrientes para atender sus necesidades financieras de corto plazo.


En cuanto a las inversiones de largo plazo el sostenido aumento del riesgo país las limita y acelera para muchas empresas la búsqueda de capital a través de su venta parcial o total.



MEJORA CAMBIARIA

En el último año, por primera vez desde 2012 la exportación de vinos creció tanto en volumen como en valor. La explicación hay que buscarla en la fuerte devaluación de 2018 que permitió aumentar exportaciones, especialmente de vino a granel.


Medido en moneda constante el aumento del valor exportado fue sustancialmente más elevado y lo sitúa al sector en los niveles de 2012.


La participación del Malbec en la exportación total volvió a subir su participación y superó el 65% del total en volumen.


En cuanto a destino, Estados Unidos sigue dominando el foco de los exportadores con el 37% de concentración de envíos y le siguen Reino Unido y Canadá. Gran parte de lo perdido en Estados Unidos se ha ganado en Reino Unido.


La rivalidad competitiva en los principales destinos externos de los vinos argentinos ha crecido considerablemente y éstos hoy se ubican en franjas de precios donde participan activamente los principales exportadores mundiales.


La escasez futura de divisas en la macroeconomía presagia que el tipo de cambio puede mantenerse elevado y que el mercado exportador de vinos será atractivo para las empresas de vinos argentinos. 



UVA Y EFECTO DE MACROECONOMÍA

La producción de uvas para vinificar del último año fue un 8% inferior al anterior mientras que los precios promedio se ubicaron un 37% por debajo en moneda constante lo cual llevó a una caída de la facturación del orden del 48% más bajo.


El nivel actual del valor de la producción vitícola se ubica así en uno de los valores más bajos de las últimas décadas. A pesar de ello varias tendencias estructurales parecen mantenerse y una mirada más precisa da cuenta que esta situación las profundizó.


Entre ellas podemos señalar:

  • El crecimiento de superficie plantada de uvas tintas, en especial Malbec y algunas variedades más modernas en la producción local como Cabernet Franc.
  • La reducción en la cantidad de viñedos con un aumento de la concentración en tamaños alrededor de las 25 a 50 hectáreas.
  • El aumento de rendimiento de variedades de bajo precio como respuesta a su gran caída de rentabilidad.
  • Un mercado de uvas cada vez más concentrado en zonas y varietales de precios medios y medios altos.

Las últimas dos décadas han demostrado la capacidad competitiva de los vinos argentinos en los mercados mundiales.


PRECIOS Y LA MACROECONOMÍA

Los precios de la temporada han resultado ser un 15% inferior que el año pasado tanto en las variedades tintas como en las blancas y en ambos casos se ubican entre los mínimos históricos. La explicación no parece estar en una abundante cosecha que como vimos anteriormente fue incluso más baja que el año pasado. Cuando se verifica simultáneamente una caída de cantidad producida y de precios estamos en presencia de un fenómeno dominado por una caída de demanda y las razones que parecen explicar este fenómeno hay que buscarlos en factores macroeconómicos.


No es menos cierto que los sustanciales incrementos que se vieron en las temporadas 2016 y 2017 tuvieron su explicación en las magras cosechas con lo cual una comparación más adecuada de los precios actuales debería ser con aquellos que regían entre 2012 y 2015 que ya mostraban una tendencia declinante. El componente más importante en la demanda de vinos en el consumo interno es el poder adquisitivo del salario. Una relación entre ambas variables da cuenta desde 2003 hasta la actualidad como ambas variables han evolucionado con el mismo signo, salvo algunos períodos puntuales.


 
MERCADO DE UVAS

Del total de uva para vinificar que se produce en nuestro país, el 16% conforma un mercado de uvas. En el último año, dada la disminución de la producción esta proporción subió al 17,5%, uno de los valores más alto de los últimos años.Este mercado se desarrolla especialmente con las uvas de más alto precio mientras que las de más bajo precio se elaboran y son vendidas luego en el mercado de vino de traslado o granel. 


Existe en la actualidad un conjunto importante de productores de uva que se dedican en especial al negocio y otra porción es de empresas que elaboran parcialmente la uva que producen ya sea para venderla luego como granel o para embotellarla. El mercado funciona como un pulmón para las empresas más grandes pues les permite ajustar sus stocks de acuerdo a la demanda de vinos esperada lo que genera riesgo al negocio viticultor. No todas las variedades tienen el mismo tamaño de mercado. Semillón, Chardonnay y Pinot Noir son las de mayor proporción por su demanda para espumantes aunque la caída de consumo de este tipo de vino ha afectado a la primera variedad que llegó a tener un mercado cercano al 50% hace unos años. El Malbec tiene una proporción elevada y es también el varietal de mayor superficie plantada. Para aquellos inversores que ingresaron al sector para proveer de uvas a las bodegas ha sido la mejor opción. El volumen promedio de uvas comercializadas en los últimos cinco años ha sido de algo más de 3 millones de quintales de los cuales el 66% correspondió a uvas tintas, el 21% a blancas y el 13% restante a rosadas. Claramente el gran mercado de uvas es de Malbec que representa el 34% del total comercializado y a su vez este mercado representa casi el 30% del total producido. 


Le sigue en importancia la variedad Bonarda con el 9% del toda la uva que se comercializa y el 7% de lo que se produce. La importancia de la misma es su utilización para cortes, especialmente con Malbec dado que se permite mezclar hasta un 15% sin necesidad de mención varietal y es un varietal cuyo precio en promedio es un 45% del precio promedio del Malbec. Algo similar, aunque en menor proporción sucede con Pedro Giménez en las variedades blancas. Representa un 4,6% del total vendido y se vende un 11% del total que se produce. En este caso se utiliza para cortes de vinos blancos, en especial Chardonnay. Otro mercado relativamente importante es el de Cabernet Sauvignon cuyo volumen promedio comercializado representa en los últimos cinco años el 7% del total y el 21% de lo que se produce. Esta variedad es frecuente en los viñedos de empresas dedicadas a la comercialización de uvas por ser relativamente más fácil su colocación entre las bodegas compradoras.