El poder transgresor del humor se manifiesta claramente en los memes. Todas las particularidades de la cuarentena que vivimos en cada comunidad tienen su correspondiente línea de chistes: la nueva rutina, la pareja, la escasez de determinados productos. Y también cuestiones universales de la humanidad, aplicadas a estos tiempos: los miedos, los sufrimientos, las miserias.
La risa es universal. Lo que la provoca, no. Lo que para algunos puede ser sublime, para otros, insulso u ofensivo. Los que se muestran acá responden a cierto criterio, que excluye a otros de igual o mayor circulación. Más allá de los gustos personales, la risa es lo que termina activando las endorfinas, provoca un lapsus de relajación y le regala la noción a cada uno que no está solo en este lío.
Si es feo tener que explicar un chiste, es preferible evitar hacerlo con todo el humor. De hecho, poco ha profundizado la filosofía sobre el humor. Pero que quede claro que la risa produce una suerte de relajación, baja la presión arterial y ayuda a mejorar la defensas.
Los memes anónimos o los chistes de autores profesionales no torcerán el rumbo generalizado de estos tiempos, pero silenciosa y microscópicamente a nivel social colaboran para que la situación sea más llevadera. Porque la incertidumbre perdura. Sólo se sabe que se cumplieron 60 días de confinamiento, pero no cuanto queda.
En síntesis, esta medicina mental va persistir aunque a algunos igual ponga de malhumor. Porque detrás de la apariencia que se trivializa una situación grave, está el recurso humano de contar lo que siente. Y todo aquel que se identifica, con una sonrisa, consigue una pausa la tensión.