Una función brillante, digna para la apertura de la primera temporada del flamante Teatro del Bicentenario. El concierto brindado anoche en la sala de la mano del reconocido intérprete Martín Kasík a un nivel imponente y con la energía que lo caracteriza a la hora de ejecutar sus manos. No es poca cosa, ya que fue el elegido para estrenar el nuevo piano de cola Steinway, la "joya" musical que cuenta el complejo cultural.

Como estaba previsto, el pianista checo dedicó su momento a la memoria de Frédéric Chopin, en la ejecución del Concierto nº1 en Allegro, Romance y Rondo. En una conexión intensa, el pianista hizo vibrar la noble madera del instrumento, cuyos sonidos dejaron una fuerte impronta difícil de olvidar en la memoria auditiva de los espectadores.

Pero esto no fue todo lo que dejó la velada inaugural, también, el maestro uruguayo Roberto Montenegro tuvo el honor y el placer personal (cuya emoción se le notaba en su rostro al saludar al público) de dirigir a la Orquesta Filarmónica Checa del Norte.

La intervención del director (Premio Mozart Jubileo Tercer Milenio) puso en marcha la gala con los 10 movimientos correspondientes a las Variaciones sobre un tema de Haydn (opus 56 a) del compositor alemán Johannes Brahms. En un vivo y alegre homenaje por los 120 años de su muerte, Montenegro desató pasión en sus movimientos con la batuta en ambos actos del concierto. Después de la actuación de Kasík, la Filarmónica continuó con el repertorio de Brahms, en este caso fue la sinfonía nº4 (opus 98).

Tal como lo marcaban las partituras de los compositores alemanes, Kasík, Montenegro y toda la orquesta brindaron juntos un encuentro enérgico y apasionado, que logró darle el sello distintivo para un teatro con vuelo internacional.