Con una carrera consolidada y distinguida en teatro, cine y televisión, Julio Chávez continúa la gira nacional de su unipersonal 'Yo soy mi propia mujer'. Se trata de una exitosa puesta que va por su tercera temporada, donde el actor interpreta a Charlotte Von Mahlsdorf, un hombre que desde la infancia se autopercibió mujer y así transita los años difíciles del nazismo en Berlín y el comunismo en la época de la Guerra Fría. En ese contexto histórico, la anticuaria y coleccionista -Charlotte- tuvo que hacer todo lo que no estaba permitido moralmente para sobrevivir. Chávez habló sobre las motivaciones, la profundidad y las contradicciones del personaje que, de alguna manera, también interprelará al público. Basada en hechos reales, la obra fue escrita por Doug Wright y de la mano de esta obra -que tuvo dirección de su mentor, Agustín Alezzo (fallecido en 2020)- el actor se coronó con el Premio ACE a mejor actuación y el ACE de Oro en 2007. 

- ¿Por qué volver con Charlotte, qué tiene de especial este personaje?

- Hago esta obra porque es un hermoso cuentito. Esta es la tercera temporada. La hice en el 2006, en 2016, la hago en el 2023 y espero poder hacerla también en el 2033, porque me encanta. 'Yo soy mi propia mujer' es una partitura que pide y pretende mucho del intérprete. Es esa situación del hombre que se ubica frente a la tribu, un relator cuenta un cuentito, esto es lo más antiguo que tiene el teatro y lo más antiguo que tiene el ser humano en cuanto se formó una tribu y que lo hace único. Es el ejercicio del relato, donde alguien cuenta algo. 

- Lo importante de la obra ¿Es la sexualidad y el género; o bien las circunstancias que rodean al personaje?

- En 2006 (NdeR: año en que esta versión fue estrenada) muchas personas podían sentirse no interpeladas por la sexualidad como tema; hoy se ha logrado que se sienta comprometida mucha más cantidad de personas. Lo que pretende la obra es interpelar al espectador. La obra pone el acento en un tema que antes era tabú y que ahora está más expuesto. Justamente, 'yo soy una mujer' habla de que 'yo soy mi opuesto', porque la sexualidad, precisamente, es sencilla y compleja a la vez. 

'La pulseada entre aquellos que determinen cuál es la estética y la ética que el mundo debe tener para que el mundo sea bueno es histórica'. 

- ¿Charlotte invita a pensar en la esperanza de una sociedad más empática?

- La felicidad y pasarla bien no es el fin mayor. Hay otras cosas importantes. Cada mujer y cada hombre tienen derecho a buscar su destino y en ese sentido, aun arriesgando su propia existencia, buscó preservar su interés personal. Soy un ser humano inquieto y comprendo la obra desde otro lugar y otra capacidad. Todo eso hace que el espectáculo me provoque ganas de recorrerlo. Algo es relevante, el espectáculo propone un teatro que permite el ejercicio de la imaginación. Es lo que hace de Charlotte alguien muy humano. 

- ¿También deja otra reflexión para quienes piensan distinto sobre la identidad sexual?

- La no diferencia es parte necesaria para la construcción del hecho social. Ahí está la lucha y el arte, como ejercicio y espacio para mencionar desde el lenguaje, algo diferente. La obra también contiene la experiencia de los que están en contra. La pulseada entre aquellos que determinen cuál es la estética y la ética que el mundo debe tener para que el mundo sea bueno es histórica. Entonces Charlotte vuelve a traer el asunto que en esas batallas siempre hay seres humanos que por una cuestión ética deciden, incluso a costa de su vida, llevar adelante lo que es una mirada individual. ¿Tiene que hacerse uno parte de lo social para poder sobrevivir y hacer finalmente lo que uno quiere? De manera que nos da un cuentito más de los millones que hay acerca de la complejidad humana. El hecho de convivir con otros y la particularidad de la sexualidad. 

- ¿Es un personaje atrapante aunque conflictivo al mismo tiempo?

- El autor (Doug Wright) escribe con Charlotte una historia de fascinación y rechazo que siente por el personaje, porque descubre que fue delatora para sobrevivir, colaborando para que maten a sus amigos. El autor nos pone en una pregunta: ¿es justo vivir por el precio de ser delator? El espectador hará el mismo viaje que hizo el autor, en una experiencia de fascinación, descubrimiento y contrariedad. Nos pone en un dilema, ¿qué pensás de la existencia humana? Es una situación de cuestionamiento, inclusive en relación a la sexualidad. No es intención de opinar si está bien o mal, normal o anormal lo que hace. Es tener la contradicción de esa pretendida identidad. ¿Por qué vamos a creer en una mujer que es un hombre en realidad? Esto nos lleva a pensar que si hay diferentes identidades sexuales, hay también, diferentes aceptadores que tienen dificultades con ese asunto. El problema es lo que se hace en nombre de las diferencias. 

- ¿Por ejemplo? ¿en qué sentido?

- Se puede hacer lo que quiere, pero entonces ¿un ser humano debe someterse o no a las reglas de la sociedad? Toda esa opinión puesta en la calle tiene forma de pensamiento. Pero para pensar, primero tenés que razonar, argumentar y explicar lo que decís que pensás. Camus y Sarte no se insultaban, se cuestionaban, escribían, articulaban y pensaban. No eran opinólogos de Twitter. Hoy tenemos una crítica constante y vacía en una armadura sin contenido. Es palabrerío sin sostén. 


DATO

'Yo soy mi propia mujer'. Viernes 30 de junio con doble función: a las 20hs. y a las 22hs.  Teatro Sarmiento. Unipersonal protagonizado y dirigido por Julio Chávez. Entradas: Plateas bajas $4.500 y Plateas altas $3.900. Anticipadas en Entradaweb.