El expresidente peruano Alan García, quien se disparó en la cabeza este miércoles y falleció tras haber sido hospitalizado, era uno de lo cinco exmandatarios del país sudamericano que se enfrentaban a causas judiciales o fueron condenados por corrupción.

García, quien gobernó el Perú entre 1985 y 1990, y luego entre 2006 y 2011, estaba salpicado por el megaescándalo de sobornos en la obra pública de la constructora brasileña Odebrecht, al igual que los expresidentes Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Kuczynski. El quinto miembro de este grupo es Alberto Fujimori, condenado por violaciones de derechos humanos y otros hechos de corrupción diferentes al de Odebrecht.

Líder político de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), García tenía prohibida la salida del país y fue involucrado en el caso Odebrecht luego de que la empresa brasileña admitiera ante la justicia estadounidense en 2016 el pago de 29 millones de dólares en sobornos durante tres gobiernos peruanos, incluido el suyo.

La constructora brasileña firmó en diciembre un acuerdo de cooperación por el cual accedió a pagar una multa al Estado peruano y a entregar testimonios que pueden comprometer todavía más a los cuatro ex presidentes y a otros políticos y funcionarios peruanos.

En medio de este proceso judicial, García solicitó en noviembre de 2018 asilo en la embajada uruguaya en Perú, alegando ser víctima de una persecución política después de que la justicia peruana le prohibiera salir del país, pero Montevideo rechazó su pedido.

No era la primera vez que García intentaba esta jugada, ya que en la década de 1990, luego de concluir su primer período presidencial, consiguió refugiarse en Colombia y luego en París para evitar un juicio por presunto enriquecimiento ilícito.

El caso de García, como el de Humala y Kuczynski, estaba en etapa de investigación en la fiscalía.