Fue extraño. Inolvidable. Un orgullo periodístico si se quiere. Hoy, con la muerte del más grande de todos, se viene a la mente cada detalle. Cada palabra. Momentos que quedarán en la mente por siempre. 


Diego Armando Maradona había asumido como técnico de Racing Club en enero de 1995. Fue al año siguiente de ese Mundial de Estados Unidos que castigó hasta las entrañas al ídolo futbolístico de los argentinos al encontrarle un doping positivo. Algo que lo dejó tambaleando como deportista. Y sí, Diego eligió otro trabajo dentro del fútbol. Ser DT. 


En Mendoza se jugaba el recordado Torneo de Verano. Ese al que llegaban los grandes del fútbol argentino. Y Racing, al mando de Maradona, era uno de ellos. La Academia eligió hacer una mini temporada en la propia Mendoza. Decisión algo forzada debido a que toda la institución se mantenía enemistada con el periodismo en general. Nadie daba declaraciones. Ni los dirigentes. Ni los integrantes del cuerpo técnico al mando de Diego. Ni los jugadores. 


Debido a la cercanía con San Juan, para DIARIO DE CUYO, si se daba, hacerle una nota a Maradona era una "jugada brava". Claro, había una carta en la manga. Marcelo Larraqui, por aquel entonces Editor de Fotografía de este medio y que llegaba de revista Noticias de Buenos Aires, mantenía una gran amistad con el propio Maradona. Años antes había sido el fotógrafo personal de Diego en Italia, cuando el astro jugaba en Nápoli. 


Pablo Sirvén y Carlos Russo, secretario de redacción y jefe de editores de DIARIO DE CUYO en ese momento y que también tenían sus raíces en revista Noticias, lo decidieron. A Mendoza iríamos Marcelo Larraqui (fotógrafo) y Walter Cavalli (periodista). Lógicamente apenas llegamos a la vecina provincia recibimos la negativa tajante de la directiva de Racing para entrevistar al gran Diego. Insistimos pero no hubo caso. Vuelta a San Juan. Y al día siguiente planear otra estrategia. Ir al entrenamiento. Otra vez nada. Nuevo regreso y otras ideas para encarar la nota. Después otro día igual y sin resultados. 

Mano a mano. Walter Cavalli, periodista de DIARIO DE CUYO, en la charla con Maradona, por entonces DT de Racing.

En el cuarto día conversamos con el "Morsa" Villafañe, hermano de Claudia. Por ende, cuñado de Diego. Estaba en Mendoza porque Maradona era así. Bancaba a todo el "clan Villafañe" (más de 10 personas), acompañando en este caso a Racing. El "Morsa" era integrante de la barra de Argentinos Juniors. Entre conversaciones nos dijo: "¿Quieren hablar con Diego? Me parece que va a ser imposible. Aunque si nos traen el vinito blanco que tienen ustedes los sanjuaninos todo puede cambiar (risas)". 


Volvimos a San Juan pero tomamos nota. Por teléfono le dijimos al "Morsa" que al día siguiente iríamos con varios litros del "vinito sanjuanino" y él nos prometió que gestionaría la entrevista. 


Y así fue. Para evitar problemas con los otros medios periodísticos (la mayoría de Capital Federal) la decisión fue hospedarnos por el día en el hotel Aconcagua, que era el búnker de la Academia. Lógicamente para evitar sospechas, más aún porque no dejaban entrar a ningún periodista al hotel. 


Después de la larga espera de prácticamente todo el día, el "Morsa" Villafañe -a quien le entregamos dos damajuanas de 10 litros de un rico blanco de la bodega López Peláez- nos anticipó que Diego nos atendería después de cena. Serían sólo 15 minutos. Teníamos que estar cerca del comedor. Antes de medianoche, los jugadores (entre ellos el Turco García, el Puma Rodríguez, los más conocidos) enfilaron para sus dormitorios. Diego se quedó solo en el comedor. Hizo una seña y nos dejaron pasar. 


En un principio, con seriedad plena, nos aclaró que no podíamos preguntarle sobre la actualidad de Racing. Por respeto para con el periodismo en general. "No, Diego -le dije- se trata de vos. De las cosas de tu vida", le contesté. 


Y empezó la charla. Los 15 minutos, con Marcelo sacando fotos de todos lados, se pasaron rápido. "No hay problema, sigamos. Ya todos están en sus habitaciones", dijo Diego. 


Y habló de todo. Contó mucho. Tanto que en un momento nos invitó a su habitación para seguir. Pasaron un par de horas y él seguía hablando. Lo que había sido programado para una nota se convirtió en un suplemento especial. El recordado "Diego por dentro", con varias notas de temas diversos. Ese suplemento que llevó como nota central el sorprendente "Hay que levantar las banderas del Che", reproducido por distintos medios periodísticos del mundo, por sus convicciones políticas. Y en el que también habló de una probable vuelta a la actividad, nada menos que en Boca. De hecho, en octubre de ese mismo año Diego volvió a las canchas (con ese simbólico mechón amarillo en su cabellera). 


Conversador. Bonachón. Genuino. Simple como cualquiera. Ese era Diego Armando Maradona. Metido en sus creencias. Lleno de convicciones. De sueños. Tanto que en la despedida en la madrugada, aceptó una apuesta. Si volvía a jugar al fútbol -aunque él consideraba casi imposible- me tenía que invitar a un partido. Varios meses después así lo hizo. Consiguió una entrada para el partido Argentinos-Boca, que se jugó en cancha de Vélez. Ese día Boca le ganó 1 a 0 al Bichito y con un gol de tiro libre nada menos que de Maradona. Claro, aquello dio pie para otra gran nota. 


Hombre de ley "El Diego". Aun en la muerte, algunos lo seguirán amando y otros odiando con la misma intensidad. Aunque dicen, con razones, que para odiar seguramente tenés que haber amado antes. Maradona fue único. Y aquella nota me dio pie para decirle hoy al cielo, a 25 años, gracias, Diego. Yo me cultivé en mi profesión por vos. 

>> EN DETALLE
El suplemento por la nota exclusiva de DIARIO DE CUYO a Maradona tuvo cuatro páginas de extensión, todas a color, como el actual suplemento que hace este medio con motivo de su fallecimiento. "Diego Armando Maradona, el hombre detrás del ídolo", fue la crónica principal de esa charla que se extendió por varias horas y que dio diversas notas secundarias. Por ejemplo, una fue la de "¿Vuelve?", en la que habla de su amor eterno por Boca, aunque deja dudas si volverá a calzarse los pantalones cortos, algo que haría ese mismo año. Luego, en el suplemento, también se contó la cronología para llegar al "mano a mano" con el Pelusa, en una entrevista extensa como ninguna otra con un medio de nuestra provincia.