Boca le ganó 2-0 a Patronato en Paraná y así consiguió su primera alegría en la Superliga. Eduardo Salvio y Carlos Tevez convirtieron los goles en el primer cuarto de hora del partido y a partir de allí la visita dominó el encuentro a su gusto, al punto que pudo haber ampliado la diferencia. Como sucedió ante Atlético Paranaense, por Copa Libertadores, dejó una imagen de aplomo y solidez.

El conjunto de Mario Sciaqua propuso una presión extendida, en pos de presionar alto, en la salida de la visita y así recuperar la pelota en campo adversario y lastimar con poca elaboración. Sin embargo, en la primera jugada de riesgo, Boca golpeó primero. A los 5 minutos, Frank Fabra, en posición de lanzador, detectó el espacio y le lanzó una pelota en cortada a Salvio, quien quedó mano a mano. Ibáñez tapó el primer intento, pero el "Toto", con un cabezazo poco ortodoxo desde el piso, volvió a impactar y la pelota viajó mansa a la red, con la custodia de Jan Hurtado: 1-0.

El gol en contra no estaba en los planes del "Patrón", que sostuvo la presión, pero con el agregado de los nervios, lo que lo llevó a entrar en fricciones. Encima, a los 15′, Fabra volvió a vestirse de enlace: enganchó de izquierda hacia el centro y dibujó una asistencia con tres dedos con la que dejó en soledad a Carlos Tevez, que definió con pericia: 2-0.

A partir de los dos tantos, Boca se sintió cómodo en el partido. Hizo correr el balón, con Tevez como eje, quien retrocedió para jugar y hacer jugar. Controló el pulso del juego y recién padeció sobre el epílogo de la primera etapa. Primero, a los 38′, ante un cabezazo de Ávalos, que Andrada envió al córner. Luego, con un remate de Mancinelli, que rebotó en un adversario.

Más allá de la voluntad del dueño de casa, en una segunda parte casi sin situaciones de gol, el comando del desarrollo siguió en manos de los pupilos de Gustavo Alfaro. Patronato sólo inquietó con centros, bien resueltos por los centrales (Izquierdoz, el destacado). Tevez, Salvio y Fabra mantuvieron el nivel; recién a los 40 minutos, con un cabezazo del ingresado Silveira, los entrerrianos amagaron con descontar.