Independiente tiene el rumbo perdido. Esta vez, más que el juego, fue la conjugación de la carencia de punch y un error infantil lo que sentenció la eliminación de la Copa Argentina, la última carta que le quedaba en 2019, y es probable que haya puesto el sello final al ciclo de Sebastián Beccacece al frente del equipo. Lanús lo derrotó 2-0 para meterse en semifinales y la bronca invade la vereda roja de Avellaneda.

Cuando la mano viene torcida, nada sale bien. Independiente lleva varias semanas con el paso cambiado y el gesto fruncido. El equipo no acaba de arrancar, los resultados dan la espalda, la impaciencia crece y el entrenador tambalea. Si con ese panorama además se cometen yerros infantiles, todo es mucho más complicado.

Con dos minutos pasados de los tres de descuento del primer tiempo, Alan Franco se equivocó al descolgar un larguísimo pase de la defensa de Lanús y le dejó la pelota muerta a Pepe Sand. El correntino (que había arrancado en fuera de juego) controló, aguantó la carga del propio Franco y definió sobre la salida de Campaña para marcar su tanto 122 con la casaca granate y cerrar con un sorpresivo 1-0 una etapa que no apuntaba ningún ganador.

Había arrancado mejor el equipo de Luis Zubeldía, con Moreno y el juvenil Bernabei lastimando por izquierda, Di Plácido subiendo a espaldas de Togni y, sobre todo, superando en cada centro al área a la defensa del Rojo. Campaña tuvo que estirarse ante un remate de Sand a los 14 minutos y también tapó con acierto un envío de Muñoz a los 33. Pero lo suyo no tuvo continuidad.

 

 

Buena parte de la cabeza de sus esfuerzos están puestos en otro lado. El promedio sigue acechando, aunque la interesante campaña que viene cumpliendo en la Superliga le haya otorgado algo de alivio, y la Copa Argentina no deja de ser un dulce, un regalo extra aunque nada despreciable. Con ese contexto y los 30 grados de calor de la tarde rosarina al acecho, puede entenderse como lógico el plan de replegarse y dejar que el desgaste lo hiciera el más obligado de los dos, es decir, el atribulado Independiente.

Abocado a la supervivencia desde que el Rojo fue eliminado de la Copa Sudamericana por su homónimo ecuatoriano, a Beccacece no se le puede discutir la valentía. La tarde en la que se jugaba una vez más el ser o no ser en su puesto decidió apostar por Gastón Togni como extremo por izquierda, más allá de que el pibe surgido del complejo de Villa Domínico solo había disputado 45 minutos en reserva la semana pasada tras la rotura de ligamentos sufrida hace ocho meses.

La desventaja le alteró definitivamente el pulso al Rojo. No demoró Beccacece en cambiar las cartas. Buscó alterar el ritmo cansino del ataque buscando un fútbol más directo con Benítez y Cecilio Domínguez, mientras los casi 10.000 hinchas que coparon un amplio sector del Coloso aumentaban el volumen y la frecuencia de sus quejas y sus insultos.

 

 

Si Lanús se sentía cómodo con apretarse cerca de Rossi con 0-0, redobló el plan una vez en ventaja, apoyado en la ineptitud de su rival en el remate. Ingresó Belmonte para sumar marca en el medio y la contra quedó como única opción para inquietar a Campaña.

El inconveniente de esta táctica es que le permitió a Independiente entrar al área, y el Rojo comenzó a sumar llegadas, revolucionado por el empuje de Sánchez Miño y Benítez. Silva, Sánchez Miño y Roa acariciaron el empate con sendos cabezazos, Cecilio Domínguez reclamó un claro penal por un empujón, que no fue cobrado por Pitana. Nunca hubo claridad para definir.

Lanús se iba abrazando al triunfo con lo poco que le quedaba, y en la primera contra bien llevada Abecasis liquidó el pleito.

Independiente volvió a tener en la Copa Argentina su karma, y ahora habrá que esperar lo que ocurra en las próximas horas. Los Moyano apoyaron a Beccacece en la semana, pero el técnico que en algún momento había ligado su futuro a lo que sucediera en esta competición podría dar un paso al costado sin necesidad de esperar su despido.